Echo de menos a los religiosos masculinos en las convocatorias formativas
Xiskya Valladares, Religiosa de la Pureza de María
¿La vida consagrada se está abriendo a una nueva comprensión de la mujer?
Siempre ha habido en la historia de la vida consagrada algunas mujeres visionarias que han abierto camino respecto a la concepción de la mujer. Muchas de ellas han sido fundadoras de Congregaciones religiosas; mujeres que tuvieron que vencer las dificultades propias de las culturas más machistas de otras épocas. A modo de ejemplo puedo nombrar a mi fundadora, que fue madre, hija de funcionarios, y que –después de morir su marido y tres de sus hijos–, fundó la familia religiosa Pureza de María. Conocía el mundo, sabía de la vida, podía valorar lo que era el esfuerzo, ganó unas oposiciones de maestra, fundó una escuela de magisterio de mujeres, creó un museo natural, etc.
Sin embargo, en la actualidad, la vida consagrada no siempre ha favorecido una nueva compresión de la mujer. Algunas sí, otras no. Algunas rompen moldes, estudian igual que las órdenes masculinas, ocupan puestos de liderazgo –incluso sobre hombres–, innovan en pedagogía, en medicina, en lo social, etc. Pero otras no reciben la formación necesaria para liderar, no disponen de los recursos suficientes para colocarse al frente de ámbitos de la sociedad y siguen dependiendo temerosas de lo que los hombres dicen (director espiritual, fundador, formador, etc.).
¿Percibes cambios significativos?
Sí, aunque aún me parecen incipientes. Algunos de esos cambios tienen que ver con la formación conjunta en los inter-noviciados donde también llaman a mujeres para dar conferencias, con las religiosas y mujeres seglares que acompañan tandas de ejercicios, con la formación académica y espiritual de muchas, con las misiones mixtas, con los nombramientos de mujeres en los puestos de liderazgo dentro de la Iglesia, etc.
Sin embargo, creo que estos cambios requieren necesariamente de una formación más seria por parte de las consagradas. No se trata de cuotas, se trata de asumir con seriedad que todos podamos aportar según nuestra sensibilidad, nuestra formación y nuestras cualidades para bien de la propia misión y la sociedad.
¿Qué echas de menos?
Echo de menos que algunas congregaciones femeninas asuman su propia autonomía, se crean su propio valor y tomen sus propias decisiones sin miedo. A veces me parece que les falta autoestima o que viven una falsa humildad.
Que estas instituciones femeninas inviertan sin miedo en la formación académica de las Hermanas y en los recursos materiales necesarios para complementar esa formación, especialmente entre la vida consagrada activa. Esto es clave y quizás se debería comenzar por algo tan básico como la formación emocional y humana.
Que existan más espacios formativos compartidos entre consagrados. Veo que los religiosos masculinos son los grandes ausentes en las convocatorias de
eventos formativos en la vida consagrada; como si no tuvieran nada que aprender, como si no necesitaran compartir, como si no fuera necesario conocernos, crear sinergias, etc.
Que se tome más en serio la valía de las consagradas cuando están igual o más formadas que muchos religiosos: Para dar cursos, para asumir responsabilidades, para escribir libros, para liderar grupos o misiones dentro de la Iglesia, etc.
Incluso que haya más espacios de oración conjunta.
¿Cómo deberíamos impulsar la deseada complementariedad entre mujeres y varones al servicio de la humanidad desde el Evangelio?
– Creando espacios de encuentro pensados estratégicamente para conocernos mejor, trabajar juntos y celebrar juntos. Fomentando la amistad sana entre consagrados.
– Llevando a más mujeres a la formación de los seminarios y noviciados femeninos. Es en la relación como se pueden cambiar las mentalidades.
– Concienciando más a los jóvenes, seminaristas o novicios acerca de lo anti evangélico del machismo: chistes y comentarios machistas, minusvaloración de la mujer, haciendo trabajos supuestamente femeninos, etc. Es en el día a día como se cambia la mentalidad.
– Ofreciendo a las consagradas una formación permanente de crecimiento emocional y humano que aumente su seguridad, que reste sus timideces y que les libere de tradiciones machistas, etc.
Completa la frase: La mujer comprende el mundo y sus necesidades con otra visión porque…
Tiene una sensibilidad distinta a la del hombre. Mi experiencia de trabajo con hombres me demuestra que nos necesitamos mutuamente para completar la visión de la realidad.