Dios se toma su tiempo, y eso hace del tiempo un sacramento del amor con que Dios cuida de todo, del poder con que hace justicia, de la indulgencia con que gobierna, de la autoridad soberana con que a todos perdona.
Dios se toma su tiempo, y el tiempo se nos vuelve sacramento de la bondad de Dios, de su clemencia, de su misericordia.
El tiempo de Dios –el que Dios nos da- es tiempo ofrecido para que la misericordia pueda remediar la miseria.
Dios se toma su tiempo, y eso quiere decir que también Dios tiene esperanza. Pensé que sería sólo para ti todo lo que Dios espera, pero me equivocaba. Para ti es el perdón, la paz, la reconciliación, la vuelta a casa, la vuelta al redil, la vida. De Dios es la alegría de haberte encontrado, de abrazarte y cubrirte de besos.
La esperanza de Dios es que lo conozcas a él y a Jesucristo su enviado, de modo que creyendo vivas, y viviendo llenes de alegría el corazón de Dios.
Si acoges a Cristo Jesús –si lo escuchas en la palabra de Dios, si lo recibes en la Eucaristía, si lo abrazas en los pobres-, se estará cumpliendo en tu tiempo, en tu vida, la esperanza de Dios.
Feliz domingo.
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