Hay una cita literaria curiosa en esta tercera exhortación apostólica que Francisco tituló Gaudete et exsultate. Se trata de la expresión «la clase media de la santidad», acuñada por uno de los escritores más fascinantes e inclasificables del catolicismo del siglo XX: el francés Joseph-Marie Malègue (1876-1940). En la novela “Pierres noires: les classes moyennes du salut” (en realidad, el segundo tomo de una trilogía dejada inacabada, pero que supera las 900 páginas), Malègue hace una lectura peculiar de la descristianización de las sociedades, explicándola como el paso de un régimen estático y confiado al conformismo de las élites de los notables, a una época dinámica, marcada por grandes rupturas, donde la multitud de los sencillos acepta la responsabilidad de ser la sal de la tierra, viviendo el amor a Dios y al prójimo. Para Malègue las clases medias están formadas por aquellos que se resisten a la mediocridad espiritual de su tiempo, profundizando en una existencia discreta y sin pretensiones lo que es la vida, de dónde viene y hacia dónde va. Tal vez la santidad nos obligue a mirar hacia la sociología del cristianismo de otra manera.
LA CLASE MEDIA DE LA SANTIDAD
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Todo lo que no se da, se pierde
Hay un proverbio indio que dice que: “Todo lo que no se da, se pierde”. Recuerdo que se me quedó grabado hace unos años...