“¡Alégrate!… ¡No temas!… El Espíritu Santo vendrá sobre ti” (Lc 1,28. 30. 35).
Todo carisma está encuadrado en un espacio y en un tiempo determinados. Es decir, el Espíritu no es un ente abstracto, sino que se manifiesta en lo que somos y hacemos (y más allá de todo esto), en nuestro tiempo y en nuestro contexto geográfico.
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