Lluís Oviedo, OFM
Con una larga trayectoria en el análisis de los factores de vitalidad en entidades de consagrados, así como de las claves de los éxitos o fracasos vocacionales, el religioso franciscano, reputado profesor de la Pontificia Università Antonianum, se asoma a las páginas de ‘Vida Religiosa’ para compartir las urgencias a las que la vida religiosa ha de enfrentarse.
Ignacio Virgillito
Oficina de comunicación de la Prov. Claretiana de Santiago
Desde su ser consagrado, y como experto de las relaciones entre religión y sociedad, ¿cómo ve usted el futuro de la vida religiosa en Europa? ¿A qué desafíos se habrá de enfrentar?
Esta es una pregunta fácil. Se ve muy oscuro el panorama de la vida religiosa en Europa, al menos occidental, salvo algunas excepciones. En la mayoría de los casos el declive en números e indicadores de vitalidad es evidente. Solo se salvan unas pocas entidades que logran mantener un cierto flujo de nuevas vocaciones y, de forma convergente, registran signos de vitalidad en su presencia, forma de orar, evangelización e impacto eclesial y social. Se puede asumir que esta es una consecuencia normal del proceso de secularización que vivimos en todo el mundo occidental, y que de la misma forma que se vacían las iglesias, se vacían los seminarios y los noviciados.
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