ESCEPTICISMO O CINISMO: ADVIENTO QUE NO ES ADVIENTO

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Cuando todo nos lo sabemos, cuando hemos experimentado tantas cosas… ¡qué difícil resulta creer en un adviento más! ¿Qué tendría que ocurrir para que cambie el rumbo de las cosas? ¿Qué esperar cuando la realidad se muestra tan tozuda? Nuestras comunidades cristianas se asientan cómo­damente en un adviento que no es Adviento; obedecen a un ritual obligatorio, por el que hay que pasar… y después vendrá una navidad que no será auténtica Navidad… porque no estará conectada con la esperanza de lo auténticamente “nuevo”… Jesús lo explica muy bien en el Evangelio de este día.

¿A quién compararé los cristianos de este tiempo?

En aquel tiempo dijo Jesús: “¿A qué compararé la gente de este tiempo? Es comparable a los niños que se sientan a jugar en las plazas y gritan a sus compañeros: ’Tocamos la flauta, y no bailasteis; cantamos canciones tristes, y no llorasteis.’ Porque vino Juan, que ni come ni bebe, y dicen que tiene un demonio. Luego ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen que es glotón y bebedor, amigo de gente de mala fama y de los que cobran impuestos para Roma. Pero la sabiduría de Dios se demuestra por sus resultados”. Mt 11,16-19

¿Cristianismo de escépticos o de profetas?

No hay cosa peor que el escepticismo.

Impide la transformación que llega, acoger la oportunidad que se ofrece.

La persona escéptica sólo cree en sí misma y renun­cia a la fe que podría salvarle.

Por eso, es infeliz: no tiene por qué llorar, ni por qué reír, ni por qué morir ni por qué vivir.

Con ese maldito escepticismo se encontró Jesús en­tre no pocos de su pueblo:

Ni se conmovieron ante Juan el Bautista, ni se conmueven ante él.

El escepticismo les lle­vaba a considerar a Juan como un loco endemoniado, y a Jesús –según el lenguaje de aquel tiempo– un desobedien­te a la tradición de los padres y, por tanto, uno digno de ser rechazado. Eso significaba en el contexto del Antiguo Testamento ser considerado “glotón y bebedor”.

Eran escépticos ante un Jesús calificado como ” amigo de publicanos y pecadores”.

Su escepticismo les cerraba todas las puertas a la novedad de Jesús, a la esperanza.

¡Contra escepticismo Esperanza!… aunque parezca locura

Que el Espíritu nos libere de nuestro escepticismo, combinado incluso con el cinismo que -a veces- nos envenena, nos vuelve autosuficientes y nos lleva a despreciar las Promesas de Dios. Dejemos que Él realice en nosotros su obra.

El cristianismo cínico y escéptico ha perdido la batalla. Y está alentado -dentro de nuestras filas- por quienes despojan a Jesús de Nazaret de gran parte del Nuevo Testamento, de sus dichos, de sus discursos… Todo lo achacan a la autoría de los evangelistas o redactores. Se promueve un cristianismo en el que cada vez es necesario creer menos, y volver vana cualquier esperanza. ¡Qué generación de autosuficientes existe todavía, que llenan de sal el campo en donde la semilla de la esperanza debería germinar!

Plegaria

No dejes, Dios y Abbá nuestro, que se apo­dere de nosotros el maldito escepticismo. No permitas la autosuficiencia racionalista que priva a la fe de sus locas esperanzas. Haz que surja entre nosotros una generación utópica, soñadora, creyente y esperanzada. Todo se activará y llegarán las luces de un mundo nuevo para tu Iglesia. Haz, Abbá, que dancemos cuando hay que danzar, que nos lamentemos cuando hay que lamentarse. Pero no permi­tas que la indiferencia del escepticismo se apodere de nosotros.