Igual parece que ambas cosas no tienen nada que ver, pero a mí me parece que donde nos la jugamos no es tanto en tener la atención en una única cosa como en dejar de vivir entre-tenidos para estar de-tenidos. Y esto no se consigue con técnicas para concentrar la mente, ni por arte de birlibirloque por el mero hecho de ir cumpliendo años, ni tiene nada que ver con el clásico binomio acción-oración que aún muchos siguen poniendo en contraste… sino que se trata del arte de concentrar el corazón y la existencia en el único que nos unifica “por dentro” y da sentido a nuestra vida. Y ese arte, como todos, es don y tarea.
A mis “treinta y todos” años ya no albergo la esperanza cambiar tanto como para dejar de tener a la vez mil cosas en la cabeza o no estar embarcada en mil aventuras… pero sí que espero que el Señor me vaya de-teniendo y no viva entre-tenida.