“En modo avión”

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(Sor Gemma Morató Sendra, OP.), 12/01/2022.- El 2022 acaba de aterrizar, aún no sabemos lo que nos va a traer, la pandemia no ha terminado con sus estragos, el mundo ya no es el mismo desde hace rato. Un especial del diario La Vanguardia de primero de año estaba dedicado a “El mundo que viene”. Pero mientras se analiza todo y se hacen esfuerzos de adaptación para dar nuevas respuestas, en diversos lugares la vida religiosa sigue igual, o peor, pues está “en modo avión” a la espera de reconectar cuando todo vuelva a la normalidad. Pero ésta no volverá, los desafíos son nuevos y mientras tanto la vida pasa.

Es una pena que algunos no quieran unirse al empuje de sinodalidad dado por el papa Francisco, ni han leído qué significa ni lo que requiere, ni han consultado la web tan bien preparada para descargar materiales e irse formando (https://www.synod.va/es.html). ¿Hagan una encuesta en sus comunidades o parroquias? Siguen esperando hacer lo de siempre y mientras tanto tranquilitos en casa, usando el Covid de escudo, mientras otros se desesperan de ver tan poco ímpetu, tan pocas ganas de reiniciar, y tan poco interés por ahondar en ese trabajo sinodal en el que todos estamos invitados y debemos contar.

Como decía están “en modo avión”, y hay religiosos descorazonados queriendo que las cosas cambien, que les dejen conectar, vivir, empatizar y salir sin miedo a lo nuevo, a lo desconocido… o simplemente desean vivir con paz en el alma, sin que a cada momento se les corten las alas… pero hay dinámicas comunitarias que lo impiden, hermanos, superiores locales y mayores que no están ni “en modo avión”, que apagaron su teléfono y no atienden a las nuevas llamadas, a los nuevos modos de ver y especialmente de hacer, siendo sinodales, caminando juntos, sin miedo a perder poder, y prescindiendo de aserciones como “yo soy el/la superior/a o el/la provincial”… expresiones que en términos modernos se acercan al abuso de poder que deriva en abuso de conciencia. Ahora estas cosas tienen nombre, gracias a Dios, pero son de siempre, aunque hoy en día lo único que hacen es menguar el futuro de las congregaciones, perdiendo efectivos que dolidos y heridos dicen que ya basta y abandonan institutos y congregaciones, pues se cansan de luchar y aguantar.

O aún peor, comunidades o superiores que incluso usan su poder para no dejarles continuar en su seguimiento al Señor respondiendo a una verdadera llamada, en aras a qué no atendieron según que directriz o porque no callaron lo que pensaban (eso no conviene para seguir en lo de siempre).

Es hora de ser efectivos, no podemos permitir estructuras de poder que gasten las energías de las nuevas vocaciones ni tampoco lleven a perder la vitalidad de la vida religiosa que hace años que camina intentando ser fiel al Señor. Hay tantos hermanos y hermanas que esperan un empuje espiritual y misionero para salir de esa rutina que hunde y acomoda.

Romper estructuras requiere valentía, requiere rezar y caminar juntos, y como leía estos días en Facebook, “a veces la docilidad al Espíritu Santo lleva a una fuerte rebeldía”. Pues seamos rebeldes, eso sí, con causas, y con Causa.

Romper estructuras requiere valentía, requiere rezar y caminar juntos, y como leía estos días en Facebook, “a veces la docilidad al Espíritu Santo lleva a una fuerte rebeldía”. Pues seamos rebeldes, eso sí, con causas, y con Causa.