Esta expresión seguro que no deja indiferente a nadie. A los más veteranos, os vendrá a la mente el comunismo. Quizás a los más jóvenes, el movimiento 15 M. A otros, el mismo concepto de democracia.
Entendida en sentido estricto, la democracia es un modo de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que otorgan legitimidad a sus representantes. En un lenguaje más directo, la democracia, es el poder del pueblo por el pueblo.
Desde hace años, el pueblo y en especial los más jóvenes, viven un cierto descontento y desvinculación con la esfera política. En parte, porque no sienten que se resuelvan los grandes retos sociales, como el desempleo. También porque se percibe una “casta política” que intenta perpetuarse en el poder, que se ha ido polarizando y que no siempre conecta con las verdaderas necesidades y el bien común de la sociedad.
¿Eso quiere decir que el pueblo esté perdiendo o que no ejerza su poder? Ante esta cuestión algunas personas contestarían afirmativamente, persuadidas por buenas dosis de individualismo que atraviesan nuestras sociedades y los sistemas económicos. Haciendo una lectura más profunda también podemos decir que hay distintos ámbitos y espacios donde el pueblo se organiza y ejerce su poder para el bien común.
Todos recordamos como la ciudadanía se movilizó en nuestros barrios y pueblos para responder a las necesidades de los más vulnerables, golpeados por la Covid. La Iglesia de base sigue siendo un poderoso catalizador y espacio de acogida en espacios locales y con colectivos desfavorecidos.
Junto a esto, vemos la capacidad del poder del consumidor, aunque no siempre tomemos conciencia de ello. Aunque todos parecen procesos lentos y costosos de sacar adelante, hay ejemplos de organización popular que inciden rápidamente y con fuerte impacto. A todos nos viene a la mente la “superliga”, y cómo en cuestión de horas la movilización de los aficionados y la presión hacia ciertos políticos hizo doblegar la voluntad de los clubes para ricos y poderosos.
El mismo papa Francisco, en su última encíclica Fratelli Tutti nos habla de la bondad de la política y de la importancia de buscar el bien común y la fraternidad. Es tiempo de caer en la cuenta y de percibir la importancia de luchar por las causas justas que nos hacer crecer en mayor solidaridad, cohesión social y compromiso. Espacios que nos invitan a caminar juntos y que ayudan a germinar esa energía y bondad colectiva al servicio de la humanidad.