JOSÉ LUIS VÁZQUEZ BORAU
La inteligencia espiritual o el sentido de lo sagrado
Desclée De Brouwer
Bilbao 2010, 146 pp.
La pregunta por el sentido de la vida, a pesar de los avances de la ciencia, no ha encontrado todavía respuesta. Es más, probablemente la ciencia ante preguntas como: ¿por qué vivir?, ¿por qué amar?, ¿cuál es el sentido de las cosas?, no tenga más palabra que el silencio. En este silencio misterioso estaría para José Luis Vázquez Borau el ápice espiritual o conciencia por medio de la cuál Dios nos puede hablar. Este libro pretende demostrar que Dios es consustancial al ser humano, que la persona es el único ser de la creación que puede preguntarse por el sentido y el fundamento de su ser y de su vida.
En la primera parte titulada “El cerebro humano”, aborda el autor tres tipos de inteligencia: racional, emocional y espiritual. Esta última vendría a completar o a ensanchar las dos anteriores pues desde ambas se estaría contemplando al ser humano de una forma incompleta y unidimensional. Vázquez Borau explica cómo la experiencia religiosa se refleja en la actividad cerebral y ésta es la que permite realizar las preguntas fundamentales.
“La inteligencia espiritual como respuesta integral a la crisis de sentido”, es la segunda parte. En ella analiza cómo el lugar de la religión en el hombre no está en la razón, sino en la emoción profunda: creer en Dios no es pensarlo sino sentirlo en la totalidad del ser. Cuando acogemos a Dios en nuestra vida se convierte en inteligencia que intuye y en sabiduría que impregna de sentido la vida.
La tercera parte: “La inteligencia espiritual aporta una mirada contemplativa”, muestra la inteligencia espiritual como impulso hacia la mística, ella nos puede conducir a vivir en el amor, promueve la paz cívica y se rinde ante el encuentro con el resucitado. En esta última parte presenta a Cristo como punto de encuentro entre la humanidad y Dios e invita a presentar a Cristo como único Salvador ante el relativismo.
La reflexión realizada por Vázquez Borau pretende dar respuesta integral a la crisis de sentido de la sociedad y el individuo. El hombre está, según el autor, necesitado de autoliberación, de una existencia plena y auténtica, y sólo Dios puede ofrecer la verdad identitaria del ser humano y su perfección debida. La alternativa cristiana es, sin duda, una respuesta que da sentido a la vida y plenifica la personalidad de manera global. Dar razones de nuestra fe desde una clave antropología personalista cristiana, donde, lejos del dualismo helénico, el hombre es capacitado por Dios para amar es el principal logro de esta obra. “El futuro es místico”.