«Dios habla en el silencio con amor»

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Nuestra vida se acrisola, latido a latido, por la mirada de las personas que se han cruzado en nuestro camino. En ese paso silente, a través de las grietas que embellecen nuestro corazón de barro, Dios va entretejiendo su inmarcesible amor. Y ahí nace el alma contemplativa de Francisco Barrionuevo, de rodillas, tras el velo de una caricia que lo envuelve todo, cara a cara con el Amor

Carlos González García

Periodista y escritor

Es viernes de un otoño vestido a contraluz. El sol tarda en nacer en la ermita de la Virgen de Constantín, de Purujosa (Zaragoza). Allí, en el corazón de la montaña y a las faldas del Moncayo, la vida amanece arropada de un bello silencio porque, a los pies del horizonte, descansa la ternura de Dios. Aún huele a noche, a plenitud, a lágrima habitada. Con la brisa acariciando la piel del alba, despierta la mirada del padre Francisco Barrionuevo. Quedarse rendido por unos segundos en la quietud de sus ojos renueva cada palabra de un credo que, en ocasiones, pronunciamos con la voz semi velada.

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