El desierto y el silencio no son una huida, sino un hacer presente a la Presencia y a los hermanos, un vivir en comunión hasta con el cosmos.
Carmen Herrero Martínez
Una sola Palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y esta habla siempre
en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del alma.
(San Juan de la Cruz)
Quiero compartir esta reflexión con los lectores de Vida Religiosa, sobre el desierto, espacio de soledad y silencio en medio del mundo, en el que a la mayoría nos toca vivir. El desierto y el silencio van de la mano. En el sentido espiritual no hay desierto sin silencio ni silencio sin desierto, pues ambos nos conducen al encuentro con nosotros mismos y con el Creador; esta es la finalidad que pretendemos al retirarnos al desierto: encuentro consigo mismo, encuentro con el Creador y encuentro con la humanidad. El desierto y el silencio no son una huida, sino un estar presente a la Presencia y a los hermanos, un vivir en comunión hasta con el cosmos.
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