sábado, 27 abril, 2024

Cuando todos los cristianos eran «religiosos»

Si la vida religiosa es algo que pertenece a la vida y santidad de la Iglesia, como dice el Concilio (LG 43), por fuerza tendrá que haber una razón válida para que el Espíritu a quien el mismo Concilio le atribuye el origen de la vida religiosa (LG 43) no haya suscitado semejante modo de existencia cristiana desde el principio de la Iglesia, sobre todo si se tiene en cuenta que a partir del siglo IV la vida religiosa se plasmará en incontables manifestaciones de todo tipo.

Una primera respuesta se desprende de la misma definición de la vida religiosa como carisma. Si la vida religiosa es un carisma, “un don divino que la Iglesia recibió de su Señor” (LG 43), ha de ser necesariamente para una utilidad del pueblo de Dios. Por lo mismo, si durante los tres primeros siglos de su historia la Iglesia no conoció un tal carisma, habrá que concluir que no era necesario en la comunidad eclesial.

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