Hablábamos de humanidad –tres bebés, nueve mujeres y un varón- naufragada en el mar frente a Motril. Mi hermana pobre de santa Clara intuyó que mis palabras denunciaban la ausencia de un clamor que retumbase poderoso en las conciencias y diese voz a los muertos para reclamar justicia. Pero ese clamor –me dijo- no será posible. Mi hermana pobre de santa Clara lo expresó así: “Il nostro Occidente opulento continua ad avere la bocca chiusa per il troppo che ha…”.
Traducido con libertad, esto era lo que me decía: Nuestro Occidente opulento mantiene la boca cerrada porque la tiene demasiado llena.