BASTA DE SILENCIO ANTE EL DOLOR DE LA GENTE

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(Xiskya Valladares). Las protestas contra la sentencia de #LaManada, la denuncia contra las represiones del gobierno de #SOSNicaragua, la prisión y después absolución de los bomberos españoles #CondenadosAsalvarVidas en Grecia. Son solo tres ejemplos recientes de “hashtags” que han conseguido sensibilizar y movilizar a la sociedad no solo “online”, sino también “offline”.

No se trata de temas políticos en ninguno de los casos. Se trata de temas que sobrepasan la línea roja de los derechos humanos, de la justicia y del bien común. Y en los tres han estado religiosos y religiosas apoyando. En el caso de #LaManada un post en Facebook de las Carmelitas Descalzas de Hondarribia titulado “Hermana, yo sí te creo” mostraba cómo desde la clausura también se pueden manifestar ante los problemas sociales. En el caso de #SOSNicaragua, es también un carmelita, el obispo Silvio Báez, quien se la está jugando por su pueblo a través de Twitter y en la vida “offline”. Monseñor publicaba en esta red social: «Los obispos deben custodiar y confirmar a los fieles en la fe con su cercanía y participación, defendiéndolos de los lobos» (De la homilía del Papa Francisco el 4/5/18). Y en #CondenadosAsalvarVidas hemos sido varios los que hemos apoyado a voluntarios prisioneros por salvar vidas del Mediterráneo.

Los religiosos no podemos desentendernos del mundo en que vivimos. Hay muchos arriesgando la vida, e incluso las obras de su Congregación. Pero también hay muchos con miedo. Y el miedo paraliza. En la balanza del amor prefiero el riesgo que la prudencia. El silencio de la injusticia nos hace cómplices, indica falta de libertad, y miedo. El miedo es lo contrario al amor. No podemos movernos por conveniencias, sino por amor evangélico. La razón está en un tuit: «¡Cuánto bien hace creer en un Dios que me pregunta con frecuencia qué hago por los demás y me da su fuerza para amarlos! Me hace vivir con más dignidad y alegría» (@silviojbaez).

«¡Basta de silencios! ¡Gritad con cien mil lenguas! porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!» (Santa Catalina de Siena). Hay situaciones demasiado duras como para mirar hacia otra parte.