jueves, 28 marzo, 2024

AHORA Y EN LA HORA… (VIERNES SANTO)

Este viernes Santo tiene un sabor distinto. Tiene el sabor de muchas muertes en soledad, casi sin compañía. El sabor de las despedidas inciertas, de tiempos largos de espera y de unos pocos seres queridos que pueden ir al entierro.

Esta hora tiene el sabor amargo de lo extraño, de muchos miles de muertos en todo el mundo que dejan de ser cifras cuando les ponemos rostro.

Esta hora tiene el sabor injusto tener que elegir entre salvar a unos o a otros porque muchas UCI’s están más que sobrepasadas.

Esta hora falsa de decir por boca de algunos que las personas mayores tienen menos valor o que la economía está por encima de las personas.

Esta hora nos ha unido a la humanidad por medio del dolor y del miedo.

Pero también esta hora es la de un madero habitado por la vida, que brota resurrección por todos los nudos, por todas sus astillas.

Resurrección de “aquís” concretos en la esperanza de que saldremos si seguimos cuidando los unos de los otros con gestos sencillos pero imprescindibles. Como los de un tal Jesús en una jofaina o en un pan o en un árbol de muerte que engendró vida.

“Ahora y en la hora de nuestra muerte”, el punto final de una plegaria que resume pasado, presente y futuro en una súplica confiada a una madre que escucha (¡Cómo no va a escuchar!).

Oración que resuena en millones de labios sencillos que saben que la confianza es para aquí y para el más allá, que no depende de nosotros y eso es lo más hermoso.

Por eso, esta hora, también tiene el sabor sabroso de la súplica, de la entrega, de la confianza, del fiarse, del aplauso emocionado y paciente, de los abrazos que todavía podemos regalar a los de casa. De los que se fueron pero se han quedado de un modo muy sutil, pero muy real.

Por ello confiamos, a pesar del dolor, que ya no hay abismo infranqueable entre este hoy y ese mañana. Que el Amor es quien lo atraviesa, quien lo ha atravesado de una vez para siempre colgado de un madero. Y tras Él todos nuestros amores ya sin caducidad.

Ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

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