La primavera empieza a hacerse visible. La vida recupera color, olor, sabor, y luz. En este mes de abril la Vida llama a la vida. Salimos de cuarenta días sombríos y de ayuno porque así hemos decidido vivirlos. Jesús, en el evangelio, nos dice que cuando ayunemos nos perfumemos la cabeza y nos lavemos la cara, es decir, que nadie, a nuestro alrededor, note nuestro ayuno salvo Dios (Mt 6,17-18).
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