Volver:

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“Volver”, ésa parece ser la palabra clave para entrar en el misterio de este domingo.
Oíste que se decía de Naamán el sirio: “Volvió con su comitiva al hombre de Dios y se le presentó diciendo: _Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el Dios de Israel”. Oíste que se decía de un samaritano curado de la lepra: “Viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias”. Y oíste que de este leproso Jesús decía: “¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?”
Oíste, y te hallaste formando parte de un pueblo que, habiendo sido purificado, hoy se ha reunido para agradecer, ha vuelto para bendecir, para llenar la mañana con un cántico nuevo al Señor su Dios, porque ha hecho maravillas contigo, porque es eterna su misericordia.
Ibas buscando la salud, y encontraste la fe; pediste compasión, y conociste a tu Dios; gritabas para remediar tu pobreza, y en Cristo Jesús te han bendecido con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
No dejes de mirar a Cristo, y no dejarás de «volver» “alabando a Dios a grandes gritos”. No dejes de contemplar las maravillas que el Señor Dios ha hecho contigo en Cristo Jesús, y no dejarás de «volver» “para dar gloria a tu Dios”. No dejes de comulgar por la fe con Cristo Jesús: con su vida, su gracia, su santidad, su gloria; y no dejarás de «volver» “para cantar al Señor tu cántico nuevo” de humanidad redimida.
Que no se aparte de tu corazón Cristo, que no se aparte de tus labios la alabanza del Señor, y no se apartará de ti la bienaventuranza de los pobres.
Feliz domingo.

P. D.: Acabo de escribir: “Feliz domingo”. Acabo de leer que en el canal de Sicilia hubo otro naufragio: 50 muertos. Déjenme escribir de nuevo: “Feliz domingo”, porque necesito creer que todavía es posible un domingo feliz para los muertos, porque necesito esperarlo, porque sólo Cristo Jesús, el Señor del domingo, puede iluminar con su presencia la oscuridad de la muerte.
Déjenme decir de nuevo “Feliz domingo”, aunque en nuestras fronteras la idolatría del dinero continúe abortando la esperanza de los pobres.

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