Así comienza el relato que enmarca la parábola del que ora y del que se exhibe en el templo El primero sabe que no tiene derechos ante la democrática misericordia de un Dios que manda lluvia y sol. El segundo se pavonea porque es justo, según él, claro. Por eso Jesús gustaba de pecadores y expulsados sociales, porque no se consideraban justos (al contrario) y por eso (y esta es la conclusión de la primera parte) no despreciaban a los demás. Así de sencillo y hermoso.