Navidad, la humanidad de Dios

0
1182

La noche de Navidad es una noche distinta, y es distinta cada año. Personas, lugares, acontecimientos, recuerdos, sueños… la hacen diferente siendo el misterio uno y único: Jesús nos viene a salvar, el Mesías de las profecías, de los anuncios y esperanzas se hace carne, se hace uno más entre la humanidad.

Es misterio porque no podemos entenderlo con nuestros razonamientos y cálculos tan sabios y limitados, no podemos explicarlo con palabras humanas tan imprecisas, solo la fe nos permite acoger el misterio de la Gracia de la Navidad.

Navidad es hogar y es familia, es sentirse en brazos de la Madre, es sentir el calor de su cuerpo en las frías noches de invierno; es saber que el Padre nos protege, como cuando éramos niños. Navidad nos trae recuerdos entrañables, tradiciones, encuentros, personas…, pero también es memoria y nostalgia por aquellos que nos dejaron y siguen formando parte de nuestra historia más profunda.

Navidad es un niño, una madre y un padre… es nuestra familia, la que hace tiempo dejamos atrás. Por eso el misterio de Navidad se hace tan cercano, porque la familia de Nazaret es nuestra familia y tantas familias que conocemos.

Qué alegría cuando nace un niño en la familia. Navidad es este misterio del Amor que engendra Vida, dador de la vida, protector sin límites. Somos hijos e hijas, y nunca dejamos de serlo, nunca dejamos de sentirnos amados y abrazados por nuestros padres y madres. Realidad humana y misterio divino se unen en la Noche de Navidad: la cercanía de un niño y una familia, el misterio de su grandeza que anuncia la Estrella y cantan los ángeles.

Con la alegría del nacimiento, la madre olvida cualquier dolor del parto… que quizás anticipa las dificultades que la vida traerá, porque el camino de la cruz es también el camino de la Navidad, es el camino de la fe probada en el sí de María a Gabriel, y en el sí de José a María, es el camino de Belén sin posada, es la espada de tantos inocentes que cada día mueren en el mundo, es el exilio a tierras lejanas…

La noche de Navidad es el canto de Gloria, Gloria a Dios en el cielo y Gloria a Dios en la tierra, misterio de Dios y misterio humano, cercanía de Dios a la humanidad: uno más entre nosotros y todo divino en nuestra humanidad.

Hoy los cristianos celebramos que la salvación está ya cerca, tan cerca que está entre nosotros: un niño nace esta noche, nacen tantos niños cada noche… Probablemente, el misterio de Navidad es tan cercano que algunos se quedan con la Navidad sin el misterio de Dios entre nosotros; el nacimiento de un niño sin el misterio de la Encarnación; el amor de la familia sin la Sagrada Familia de Nazaret.

Hoy es noche de Navidad, hoy la ternura de Dios nos abraza, la ternura de Dios nos llama a abrazar a tantos niños y no tan niños que hoy nacen al misterio, que hoy abren los ojos a la fe.

Seamos abrazo de Dios a los que nacen entre nosotros, seamos la ternura de Dios para aquellos que necesitan sentir su abrazo. No nos importen los sentimientos de ternura, nuestras emociones casi infantiles que afloran en Navidad; nos hacen humanos, cercanos, frágiles y necesitados del Amor de Dios, y nos hacen capaces de ser Amor de Dios para todos los Niños que nacen en la noche de la Navidad.

Navidad, Dios con nosotros, un Niño nace en Belén, y su vida nos va a dar la Vida a todos los hombres y mujeres de esta humanidad, la de todos los tiempos, porque para Dios la Navidad es el Hijo eterno del Padre que se hace hombre por gracia del Espíritu.

Navidad es Jesús encarnado y resucitado, celebramos que nos salva a la luz de su Resurrección. El esplendor de la Estrella de Navidad anuncia la Luz del cirio Pascual. Gloria a Dios en el cielo, Paz a la humanidad.

Artículo anteriorLa victoria se hizo carne
Artículo siguienteME BASTA CON QUE TÚ Y YO ESTEMOS EN ESTO
Misionera hija de la Sagrada Familia de Nazaret. Nacida en Barcelona, licenciada en filología catalana y en filología hispánica por la UAB, y doctora en Teología de la Vida Religiosa por el Claretianum de Roma. Apasionada por la educación y el aprendizaje, por las humanidades y por las ciencias, por el entorno natural y la mirada fotográfica. Fiel admiradora de la belleza, la sabiduría y bondad de mi entorno familiar, comunitario y natural, e incansable buscadora de la Palabra de Dios en el mundo.