CUANDO DECIMOS «JÓVENES», ¿DE QUIÉN HABLAMOS? (y IV)

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Juan María González Anleo: «Algo nos tiene que despertar, pero no se me ocurre qué puede ser»

Eres conocedor de la media de edad de la vida religiosa, muy elevada en Europa y también en América. ¿Qué hacer para tener porvenir?

Hay que abrir las ventanas de la Iglesia al mundo actual. Las ventanas, las puertas y cualquier pequeño resquicio que nos permita que entren los vientos de los últimos cincuenta años… y digo 50 pensando en dos cosas esencialmente: el Concilio Vaticano II, congelado in vitro, y la nueva sensibilidad de los jóvenes, nacida en el 68 y que terminó convirtiéndose en una revolución silenciosa, como la denominó Ronald Inglehart, una revolución que, sin violencia, fue poniendo patas arriba los valores tradicionales en los que siguen apoyándose sectores importantes de la Iglesia. Y no creo, repito, que eso esté en contra del Evangelio. Al contrario, creo en la riqueza del Evangelio y creo que aferrarse a un modelo tradicional de sociedad (de familia, de sexualidad, biopolítica, etc) no tiene nada que ver con ser fieles al Evangelio, como piensan algunos, sino precisamente lo contrario, traicionar su esencia que, como dije, es adaptativa, desde el momento en el que habla a la esencia universal del ser humano, no a una u otra época o estructura social determinada. Querer convertir algunas frases del Evangelio en las tablas de la ley atenta contra una de las maravillas del Evangelio y de Jesucristo: cuando le preguntan por los mandamientos, Él no resume, sino saca la esencia de todos ellos para que puedan ser adaptados a todas las épocas. El papa Francisco es, en este sentido, el mejor Papa que merece en este momento la Iglesia.

¿Crees que estamos tomando decisiones adecuadas los religiosos para acercarnos a la realidad de los jóvenes?

Sencillamente, no. Está comenzando a haber un tímido acercamiento que rompe con décadas de “ya vendrán ellos”, pero no solamente me parece que es tímido sino también “patoso”. Lo que por otro lado no es de extrañar, porque la Iglesia hace mucho que no se mueve fuera de lo que hoy en día ha encontrado la famosísima formulación de “zona de confort”. Hace apenas unos días di unas conferencias a sacerdotes en varias poblaciones extremeñas sobre la realidad juvenil actual. En un momento de la conferencia hablé de la “patata caliente” de la educación en valores en España, una “patata” que nadie puede o quiere coger en sus manos… y terminé hablando de la cultura prefigurativa y… del Rubius. Nadie sabía quién era, siendo el mayor referente actual de la cultura de los youtubers. Decidí indagar un poco más y pregunté por Black Mirror, probablemente la serie con mejor acogida hoy en el mundo juvenil. De nuevo, nadie la conocía. Ni que decir de los personajes de comic como Deadpool o los Guardianes de la Galaxia, de los que escribí hace poco otro artículo por el carácter sociópata de sus personajes… nada, tampoco lo conocían.

Los jóvenes no van a venir a nosotros. Al contrario. Están huyendo en desbandada. Lo llevan haciendo desde hace décadas, pero a día de hoy, en la tercera ola de secularización, se está produciendo un efecto exponencial de avalancha: más jóvenes arrastran cada vez a un número superior de ellos. Evidentemente esta avalancha tendrá que parar en algún momento, pero si aplicamos una simple regla de tres calculando las pérdidas de 1999 al 2005 y del 2005 al presente, la perspectiva no es nada halagüeña, pudiendo llegar al 5% de jóvenes católicos (quitando los no practicantes) en menos de dos décadas. Quizá entonces pare la avalancha de deserciones, pero ¿qué hará entonces la Iglesia?  Yo no soy quién para decirle a la Iglesia que ha de hacer para revertir esta tendencia, pero, de acuerdo con lo que he dicho antes de un Jesucristo y una Iglesia indignados que ofrezcan su mano al joven, me parece esencial que la Iglesia sea pionera en lanzarse a la arena política y social para partirse la cara por ellos. Si al paro le sumamos la pauperización salarial y el miseurismo (y a pesar de quedarse a resguardo bajo el techo de sus progenitores), las personas jóvenes de 16 a 29 años se han convertido en España en el colectivo que mayor porcentaje arroja de riesgo de pobreza, con un 38%, por delante incluso de la infancia (32%) y de los mayores de 65 años (14%), según el VIII Informe Anual sobre riesgo de Pobreza y exclusión social 2017. La Iglesia ha estado siempre del lado de los excluidos, de los heridos y los humillados… Quien más la necesita hoy son los jóvenes. Se perderán apoyos políticos, quizás subvenciones y algún que otro privilegio, pero muchos jóvenes pensarán: ¡por fin alguien se está partiendo la cara por mí, por nosotros!

Desde el análisis de la realidad, ¿eres una persona esperanzada o preocupada?

Profundamente preocupada. El mundo entero se está enfrentando al reto de su supervivencia, pero nosotros no levantamos la mirada de pantallas que han creado una burbuja rosa de entretenimiento idiota con el que ir dejando que pase el tiempo sin hacer absolutamente nada. Algo nos tiene que despertar, pero no se me ocurre qué puede ser, no tengo ni idea. Necesitamos voces fuertes, personas inteligentes y valientes como el papa Francisco que nos haga levantar la mirada de las pantallas, de nuestra minúscula realidad. Estamos en un momento de crisis en el sentido que le daban los médicos griegos como Hipócrates, el momento decisivo en el que una enfermedad empeora o mejora. Este es el momento de que la Iglesia mueva ficha… y tiene que  ser ya.

  1. Cf. Miserials I, II y III, de acceso gratuito en el Observatorio de la Juventud en Iberoamérica de la Fundación SM.

2 Mesa redonda de Vida Nueva que está colgada en YouTube.

3 Me encantó, en este sentido, el libro de Aranguren, García Roca y Vitoria de Indignación, caminos de transgresión y esperanza, en el que los diferentes autores analizan precisamente este tema: Jesucristo como referente de indignación y su mensaje como una fuente inagotable de puntos de referencia e interpretación del mundo actual y sus profundas injusticias.

4 Recomiendo, en este sentido, leer (esta en Internet) la formulación original de los diez mandamientos… son rígidos, están “traducidos” a una sociedad que no es la nuestra. Cuando Jesucristo dice: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo” creo que Jesucristo flexibilizaba los mandamientos para que podamos adaptarlos a la actualidad.

5 En una encuesta publicada en Vida Nueva sobre cómo ven los españoles al papa Francisco, se destacan de él la valentía, inteligencia, cercanía y progresismo, una combinación que resulta complicado encontrar en personas normales como nosotros, pero que debería convertirse en el ADN de los miembros de la Iglesia…