¿Y VOSOTROS, QUÉ BUSCÁIS?

En el segundo domingo del tiempo ordinario nos encontramos con uno de los relatos vocacionales con más fuerza del Nuevo Testamento. La escena es relatada por S. Juan de una manera deliciosa. Plagada de detalles, de coordenadas espacio temporales, de sutilezas.

Pero lo que quizás más llame la atención es la pregunta de Jesús cuándo se da cuenta de que dos personas lo siguen: ¿Y vosotros, qué buscáis?

En esa clave de traspasar lo superficial, tan típica de Jesús, la pregunta va directa a la profundidad de la vida de Andrés y del otro buscador.

Juan Bautista lo había señalado como el Cordero de Dios y ellos decidieron ir a ver dónde vivía. Ese dónde curioso se transforma, gracias a Jesús, en algo más. La búsqueda de salvación, el arrimarse a lo seguro, el sentido diverso de todo lo que se proponía desde las imágenes de Dios de la época… Todo se va transformando, poco a poco, gracias al contacto con el Mesías.

Las expectativas de los discípulos fueron cambiando con el paso del tiempo. La pregunta radical del qué buscáis resonaba en sus oídos cada vez que Jesús hacía pedazos, con su palabras y obras, lo que ellos entendían por el Cristo.

Escandalizados, esperanzados, defraudados, cuestionados, invitados una y mil veces a cambiar su visión de la realidad desde el corazón del Padre: los últimos serán los primeros, el que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, los pájaros tienen nidos y las zorras madrigueras, no he venido a ser servido sino a servir, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos, ya no os llamo siervos sino amigos… Poco a poco cambiando su manera de vivir a Dios, hasta la resurrección.

Y nosotros, ¿qué buscamos en Jesús? Lo que ya sabemos y nos inmoviliza en las seguridades de lo aprendido superficialmente o dejamos que su pregunta resuene en nuestras vidas transformando lo que nos parece inamovible.