Vendrán a ti:

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Hemos celebrado la manifestación del Salvador al pueblo de Israel, representado en los pastores que recibieron el mensaje del cielo en la noche de Navidad, en la Virgen María y en su esposo José, en el anciano Simeón y en la profetisa Ana.

Hoy celebramos la manifestación del Hijo de Dios a los pueblos gentiles, representados en los Magos de Oriente que se presentaron en Jerusalén preguntado: _“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?”

Tú ya no perteneces a los pueblos representados, sino a la comunidad creyente que los representa. Tuyo es el evangelio anunciado a los pastores, el asombro con que María guardaba las cosas de Dios en su corazón, el silencio obediente del patriarca José, la paz que llenó al justo Simeón cuando tomó en sus brazos al niño Jesús, la alabanza de Ana a Dios por los misterios que había conocido, la noticia que esta mujer daba del niño a cuantos aguardaban la liberación de Jerusalén, el homenaje de la adoración y de los regalos que los Magos ofrecieron al rey que había nacido.

Todo eso es tuyo, porque es tuyo por la fe el niño que nos ha nacido. Si te quedases sin él, te habrías quedado sin evangelio, sin asombro, sin silencio, sin paz, sin alabanza, sin anuncio, sin adoración, sin regalos ofrecidos. Si te quedases sin él, te habrías quedado en la soledad oscura de tu noche.

“¡Levántate, brilla, Iglesia amada del Señor, la gloria del Señor amanece sobre ti!” “Todos esos se han reunido vienen a ti: tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos”. Vienen a ti porque brilla tu luz; vienen a ti porque Cristo te ilumina.

Que vean en ti la estrella del Señor, que vean en ti la luz de Cristo; entonces vendrán a ti de lejos y pondrán en ti su tienda los que moraban en la oscuridad.

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