Miguel Márquez Calle
Prepósito General de los Carmelitas Descalzos (Roma)
Eran los años 90 cuando yo estudiaba en la Universidad Comillas. Años llenos de vitalidad y de implicación en actividades académicas. Era una conferencia-coloquio entre varios jesuitas (tal vez Fernández Martos, Xavier Quinzá u otros) y una religiosa. No recuerdo bien de qué hablaban, de altas teologías. En medio de palabras bien dichas, abrió la boca Dolores Aleixandre y nos habló de la “teología del zumo de naranja”. Hizo un requiebro para explicar que, en su diálogo con las mujeres del barrio, las educó para cuidarse, madres de familia 24 horas al día. Las invitó a pensar en sí mismas, a hacerse un zumo de naranja para ellas, sin remordimientos. A cuidarse para cuidar bien de los demás.
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