Estas tres frases de la Liturgia de este domingo segundo del tiempo ordinario nos invitan a entrar dentro de nosotros… a penetrar en nuestro ser interior y observar cómo nos encontramos.
¿Me siento solo, abandonado… de Dios… de los demás?
¿Descubro dentro de mí algún regalo especial del Espíritu Santo que redunde en el bien común?
¿Tengo acceso a un “vino nuevo”, incomparable mejor que cualquier otro que haya podido gustar? ¿O sigo bebiendo el de siempre, aquel que no es “para degustar”?
A estas tres preguntas simbólicas nos responde la liturgia de hoy con tres revelaciones. Cada una de ellas tiene que nos muestran qué hacen por nosotros cada una de las tres personas de la Santa Trinidad:
El Abbá no quiere que vivamos solos, sin amor, sin amistad, sin pasión, como gente abandonada: ¡A ti no te llamarán abandonada . Tu tierra tendrá marido! Nuestro Dios quiere establecer una Alianza de Amor con cada uno de nosotros. Algo así como una boda y una relación de amor para siempre.
El Espíritu Santo, la santa Ruah quiere manifestarse en mí, en cada uno de nosotros. Y a todos nosotros nos da un carisma, un don muy especial.
Jesús es el Esposo que nos ofrece el “vino nuevo”, el vino inesperado…. Nos ofrece algo que nadie hasta ahora nos había ofrecido. Y también nos pide que ese vino bueno lo depositemos en odres nuevos.