TOMA EL PULSO PARA PONERTE EN CAMINO (III)

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3. LAS NECESIDADES DEL CAMINO… DE LO QUE NECESITO, A LO QUE LLEVO

Un buen caminante lleva sólo lo necesario. Una carga excesiva dificulta mucho el avance. El peso no se nota en los primeros metros, se percibe mucho más cuando ya se lleva kilómetros… o años de vida religiosa. Detectar las cargas, saber decir si son imprescindibles o no… es tanto como hacer ligero el peso.

¿Te ha cambiado mucho la VR? ¿Te reconoces desde el inicio?
¿Has detectado tus “cargas”…?
¿Sabes lo que necesitas para hacer el camino de tu VR?

A lo largo de los años, la vida religiosa se ha ido cargando de sabiduría… Ha ido aprendiendo la bienaventuranza. Para ello, se ha organizado. La institución no ahoga, en absoluto, el carisma. La disyuntiva entre ambos es estéril. Pero no deja de ser cierto que al lado de logros, hemos ido asumiendo, a fuerza de costumbre, algunos elementos que conviene desterrar.
Una mochila que contenga lo necesario para el camino es clave para concluir el proyecto con éxito. Una mochila muy cargada, puede acabar con la experiencia. A veces la hacemos tan pesada que olvidamos incluso el camino. Pendientes de la carga (de lo nuestro) es muy difícil reparar en la belleza del itinerario, de su dureza o incluso de los rostros que tienen quienes con nosotros van.
Nuestras congregaciones llevan unas décadas preparándose para abrazar la esterilidad. Quizá tanta preocupación por la contaminación ambiental, ha proporcionado una formación, en algunos casos, muy protegida y en otros, muy ingenua. Algunos presentan el mundo como un dragón enorme que hay que vencer o sortear… cuando la propuesta es una batalla, siempre hay derrotados y vencidos. Los religiosos jóvenes, sin embargo, están llamados a encontrarse con un mundo que hay que amar… Porque esta es la palabra que sostiene la consagración y la misión. La vida religiosa es una forma de seguimiento que requiere intemperie, desprotección… dejarse hacer con… Todo lo que sean barreras que dejemos aparecer, son muros que, con el paso de los años hay que tirar. Creo que era Chitistter la que contaba aquella parábola del monje y el caminante:
“Es maravilloso, está Ud. construyendo un monasterio le dijo el caminante a un monje que vio removiendo piedras… No – respondió – lo estoy tirando. Nuestra mayor necesidad ahora es que entre el sol” . Son tiempos para que entre el sol e ilumine la verdad de nuestros carismas que tan necesarios y vitales se muestran para este contexto.
Hay un proceso lógico en nuestro crecimiento congregacional. Es la edad donde uno tiene que empezar a tomar decisiones…donde no te deciden, sino que tú decides. En ese momento tomas conciencia del peso que arrastras y empiezas a seleccionar. Comienza el periodo de síntesis… y el periodo de misión. Se dice que las generaciones actuales son generaciones del caos … Estimo que es un caos organizado. Un caos donde, efectivamente cabe todo, pero en el afectivamente hay mucha capacidad para la entrega verdadera.

a. SOMBRA. AMAR AMÁNDOME

Hemos oído muchas veces: aquellos sí que eran sacrificios… aquello sí que fue esfuerzo, aquello sí que fue entrega, aquello sí que fue… Una vez le pregunté a un joven religioso cómo eran sus diálogos en comunidad… sencillamente me respondió… “hoy no es, pero aquello sí que fue”.
Ni la entrega de ayer fue baldía, ni sus sacrificios poco valiosos… pero son de ayer. La pregunta del millón es con qué queremos compaginar hoy el seguimiento. La libertad de hacer camino con Jesús, tiene sus consecuencias. Hay cargas que son nuestras, con ellas hay que caminar, forman parte de nosotros. Seguramente cuando leemos en la escritura aquello del “amor primero” en un corazón de este tiempo tenga una resonancia particular: ¿sólo un amor?. Somos personas en relación, en red… Son tantos amores, tantas tensiones y tantos circunloquios… es tan complejo cuando le decimos a Jesús, sólo contigo, sólo para ti.
Volvemos a aquel descubrimiento de Agustín de Hipona, la cuestión no reside en las cosas, sino en la libertad interior… Las ataduras no son externas, sino muy íntimas: “tarde te amé…”
Tenemos una comunidad en la que vivimos, unas relaciones intensas que forman parte de nuestra vida; unas preocupaciones que crecen y laten en el día a día de nuestra fe; una misión organizada e institucional, otra misión afectiva por la que lo damos todo; una oración institucionalizada, otra intermitente, un e-mail, un faccebok, un móvil o una play; una serie que nos hace reír; un estilo de música que nos hace soñar y otra llorar… Tenemos sueños, que los dejamos sigan siéndolo porque no encontramos realidad para vivirlos…
Todo eso y mucho más somos nosotros. Quizá un mayor observador diga que es una mochila muy cargada para hacer un camino largo, con futuro.
En una ocasión, me plantearon lo siguiente…”me voy, sé a quien quiero…” Sólo le pregunté si sabía lo que quería Él… El seguimiento es un mensaje contracultural porque lejos de que los dictados comerciales dicen, aquí tú no eres el primero, eres el segundo. Lo primero es su amor… y en él descubrirte amado… Pero la vida religiosa no se sostiene de vivir amándome… porque esta es la raíz de la esterilidad…no de la fecundidad.

b. LUZ. AMAR DEJÁNDOTE…

Parece una contradicción, pero hay muchos que felizmente se están dejando hacer por Dios. Hay etapas del camino que no sabes si vas a llegar o no… no ves horizonte y además te puede tocar en suerte un albergue no deseado… con compañeros de camino para pocas fiestas. Ese es el momento en el que tienes que dejarte… en sus manos.
Somos la dura ambigüedad del yo al nosotros. Bauman bautizó esa expresión con la frase “separados pero juntos”. Tenemos que reconocernos en esa disyuntiva antes de reclamar fraternidad. Forma parte de nuestra mochila ser un poco Juan Palomo yo me lo guiso… Hemos ido fabricando un itinerario. Vamos saliendo, sorteando y a veces trampeando. Pero en días como hoy, experimentamos la necesidad y la fuerza de la sinceridad… Es el momento de Emaus. De empezar a hablar en serio. Cuando se nos pregunte de qué hablamos por el camino…reconocer que hay bastante más cálculo que fe, más administración que visión; más números que evangelio… Sólo entonces aprenderemos a dejarnos amar.
Es el tiempo del acompañamiento. Del contraste diario, porque nosotros no somos apóstoles o profetisas de la soledad…Esa no convence. Somos, nada menos, compañeros de camino. Hombres y mujeres que buscan. La mejor descripción de la vida religiosa nos la ofrece la Instrucción sobre Autoridad y Obediencia: “Buscadores de Dios”. Esa búsqueda de Dios la expresamos en la capacidad que tengamos para la donación… curiosamente no de lo que demos, sino de lo que nos dejemos ofrecer.
La gran posibilidad de un religioso o religiosa joven se sitúa en llegar a entender que con lo que lleva…es de Dios. Aunque parezca una contradicción, mientras no abracemos la carga, la nuestra, no tenemos seguridad de estar haciendo nuestra vida religiosa. Este tiempo no está pidiendo que volvamos a recrear modelos del pasado, sino que inauguremos los nuestros. La sociedad y las necesidades no son las de hace una década, las personas tampoco. Por eso, hay una parte inédita que conviene dejarla salir a la luz…sin forzar, pero sin ceder.

c. DEL FRAGMENTO PUEDE SALIR ALGO BUENO…

Resulta cansino quedarnos en unas cuantas descripciones de cómo son los jóvenes. A veces son utilizadas sencillamente para concluir que no se puede esperar mucho. Los jóvenes son, sois, ante todo jóvenes. Significa, por un lado, que queda mucho por hacer y, por otro, que tenéis todo el derecho de hacerlo.
Acaba de salir el informe de la juventud de la fundación Santa maría. Las conclusiones pueden ser demoledoras o no tanto. Se trata de un momento y unas generaciones transracionales (menudo palabro) o lo que es lo mismo. Las que vienen después de aquella gran crisis que provocó el término feliz de posmodernos. Lo cierto es que hay rasgos positivos, mezclados en un caos…mucha empatía, capacidad para ser inhibidos y bastante de positivos… Ingredientes que todos ellos indican que es posible la vivencia del evangelio. Seguramente no al uso, pero ciertamente capaces de vivirlo.
Entonces es verdad que del fragmento puede salir algo bueno. Muy bueno porque se recupera el sentimiento en otro tiempo condenado. Aspectos que pueden dar vida a cualquier propuesta que quiera ir más allá de los cálculos.
Antes os hablaba de nuestra red de referencias – no son nuestra comunidad sólo los 4 con los que vivimos – lo mismo ocurre con nuestros textos. El valor de las palabras. Son muchas y a veces parecen contrapuestas, pero todas necesarias para poder describirnos. Unas nos llevan a otras y cuesta mucho diferenciar lo principal de lo secundarios… Somos una generación hipertextual. El joven religioso hoy necesita una comunidad, donde sienta y se sienta, no necesita una como-unidad que funcione… Esa por muchos resultados que obtenga no le apasiona, y si no le apasiona, no se en
trega.