Era el lema del despotismo ilustrado del XVIII: Todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Maquiavélico y utilitarista, dibuja un poder omnímodo y sarcástico por encima del bien y del mal, sometido sólo a intereses particulares.
Este todo para el pueblo siempre estuvo presente, pero ahora se nos presenta bajo la figura de los tecnócratas. Grecia e Italia son ejemplo de imposición de los mercados que se disfrazan de política para realizar los recortes a los de siempre y acallar las voces divergentes. Es cierto que son aprobados y sancionados por instituciones democráticas, pero también es cierto que no son representaciones reales de nadie. Sólo de una convocatoria cuatrianual que nos quiere hacer creer que somos profundamente democráticos. Y, en estos dos casos, ni eso.
Son situaciones excepcionales, sostienen algunos. Yo creo, más bien, que son situaciones creadas con un profundo fondo de egoísmo, aunque se camuflen bajo el estado de bondad y de solidaridad en las políticas de austeridad. Austridad, ¿para quién?. Para el pueblo, contestan los nuevos tecnócratas ilustrados.
Hola, esto no tiene que ver con lo que has escrito, pero ¿Que le dirias a un niño de 11 años preocupado por la muerte? Hace unos años murió un compañero suyo y en este último la mamá de uno y el padre de otro.
Dios y la enfermedad, Dios y la muerte, Dios y las catastrofes ¿Que le puedo explicar?
No se si este blog es para esto pero si contestas gracias.