Podía haber titulado esta página Tiempo de Encarnación, pero la memoria de Josef Strauss y la de mis sueños, se han impuesto.
Se cuenta que J. Strauss compuso una polka llamada La emancipada con motivo de un suceso extraordinario: que una mujer fuera directora de orquesta. Se trataba de Marie Gruner, y era 1860. Fue un caso aislado, todavía faltaba bastante tiempo para que este camino se abriera, y muy lentamente, para las mujeres.
Por otro lado, la Encarnación habla de comunicación. El obrar de Dios a lo largo de la historia, decía Rahner, no es un monólogo, sino un largo y dramático diálogo entre Él y la criatura. Para nosotros, Dios se hace definitivamente diálogo en Jesús, y nos invita a entrar en Él.
Las grandes verdades piden ser vividas, atravesar nuestra existencia dándole entrañas y forma. La Encarnación crea una lógica vital de fraternidad, debe generar un entramado de relaciones de transparencia e igualdad, debe encaminarnos en esa dirección.
Muchas monjas contemplativas estamos federadas. Hasta ahora, unas habían elegido tener Asistente Religioso y otras no. Sin embargo, no hace mucho, hemos recibido un Decreto de Roma, por el cual se nos impone tener uno. Varón y presbítero, por supuesto.
Me pareció que se rompía la lógica de la fraternidad, porque esta no puede existir sin diálogo. Y recordé unas palabras de Joan Chittister: «le hablé (al Card. Pironio) de nuestra frustración por tantos documentos como definen la vida de las mujeres, pero nunca demandan nuestra participación en ellos ni nuestra respuesta».
Santa Clara dice en su Regla que las cosas del bien común deben tratarse entre todas y añade que «muchas veces revela el Señor a la menor lo que es mejor». Otras mujeres carismáticas, y a la vez legisladoras, (¿directoras de orquesta?) han dicho algo parecido. Y no se trata de cosas de ellas: mucho antes, el papa san León ya había dicho que cuando un asunto afecta a todos… hay que tratarlo entre todos los afectados.
Sueño una Iglesia sinfónica, con directores y directoras de orquesta. Sueño, porque siempre es tiempo de marcar un nuevo ritmo fraterno con partituras de evangelio. Sueño un tiempo de polkas.