No es lo mismo ser servicial que servil. No es lo mismo ser jefe para tiranizar que serlo desde los últimos y para los últimos.
Jesús lo tiene claro: a él no le corresponde elegir los sitios a su derecha o a su izquierda, eso está reservado para el Padre.
A Jesús sí que le toca recordarnos lo esencial: el servicio es la clave de pertenencia a eso que llamamos Reino y que es mayor que eso otro que llamamos Iglesia.
Servicio de hacerse dador de vida. De pequeños momentos de vida a lo largo de los años y, al final, de gastarnos en ello.
Servir no es servilismo sino estar atento a las necesidades de los que están cerca y lejos (hoy tanto da la distancia). Gestos pequeños pero cargados de cercanía, preocupación y gratuidad. Servir no es mandar hacer sino hacer uno mismo y mejor si somos varios (eso es comunidad).
No somos serviles somos sirvientes que también sabemos dejarnos servir (ojalá).
“Bendito sea Dios Padre y el Hijo unigénito de Dios y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros”.
Hoy, la comunidad eclesial, reunida...
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