Busco apoyos para promover a María de Betania como patrona del colectivo numeroso al que pertenecemos los y las mayores, también calificados como tercera edad, chicos/as de oro, ancianos/as o viejos/as. La idea me vino al caer en la cuenta, hace poco, de que en la escena de Lc 10,38-42 lo que se dice de María es que estaba sentada y escuchando. Como el Evangelio no habla de su edad, me permito la licencia de imaginarla mucho mayor que Marta, un poco cascada de salud y recibiendo desde su sillita baja a Jesús recién llegado. –«Perdona que no me levante, hijo, pero es que este dichoso reúma me tiene baldada. Anda, siéntate tú también y háblame de cómo te va todo y qué cosas vas contando por ahí… Y no bajes la voz porque entonces no te oigo». Algo muy bueno debe de haber en eso de sentarse y escuchar porque así estrenó Jesús su vida relacional y así lo encontraron sus padres en el templo: sentado y escuchando (Lc 2,46).
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