Saber renunciar. Signo de un evidente cambio de época

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Han pasado tres días y sus noches. El Papa ha renunciado y, tras el primer impacto, peligra que de explicarlo, destrocemos el gesto profético. El afán del siglo XXI por los “por qués”, puede vacíar de sentido algo tan limpio, tan inusual y evangélico como es que un Papa sabio, inaugura para estos tiempos un nuevo estilo como es, saber renunciar.
¡Cómo explicaremos que estamos en un cambio de época! ¿Con qué signos mostraremos que los viejos paradigmas han caído, que se abre una etapa nueva, diferente, inédita…? Se agolpan explicaciones, interpretaciones, algunos sueños y no pocas sospechas. Parece un signo de nuestro tiempo intentar hacer complejo lo sencillo, buscar la explicación última, encontrar la “perla escondida” para llevarme el gozo de la notoriedad o la perspicacia… Sin embargo, todo es más sencillo. Benedicto XVI, sencillamente ha entonado su Benedictus (nunca mejor dicho): “ahora puedes dejar a tu siervo irse en paz”. No hay nada más y nada menos. Conciencia de Iglesia, de responsabilidad y una coherente lectura de los signos de los tiempos: “esta era necesita un Papa, pastor y maestro fuerte”. Con vitalidad. No basta el Magisterio y la autoridad incuestionable de un anciano. Son ritmos de vértigo y problemas enquistados de años los que tienen que ser abordados por el Espíritu en un hombre de fe con otra edad.
Llama la atención, es verdad, que alguien sepa irse y además lo haga convencido, tranquilo, en paz. Llama la atención y, ahí está el cambio de época, que nos acerquen unos centenares de años desde la última renuncia papal – que no dimisión-, y es que cuando uno se abre en conciencia al Espíritu de Dios, encuentra la fuerza inaudita para hacer y proponer; para soñar y formular con palabras de hombre, lo que son verdades de Dios .
Benedicto XVI, Ratzinger, está diciéndonos a todo el Pueblo de Dios que hay un tiempo para todo. Y todo tiempo es necesario en la vida. Religiosos, laicos, presbíteros y obispos… tenemos que tomar buena nota para hacer, dar paso y que otros y otras hagan y, llegado un momento, ocupar la mejor parte en orar y dar poco que hacer.
Da un poco de pena que un hecho profético y singular, se vea ensombrecido por quienes necesiten buscar verdades ocultas o se empleen en candidaturas futuras. Inquietan quienes obedeciendo a la necesidad de noticia, no se queden con lo que verdaderamente sale de nuestros círculos de cálculo e insidia y es, sencillamente, que un Papa anciano, amando profundamente a la comunidad cristiana y al mundo, cree que hace falta otro vigor para regir la Iglesia y se retira a orar. Nada más… y nada menos, claro.