¡Qué pregón tan glorioso para ti!

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“Desbordo de gozo con el Señor”. Eso decimos hoy al comenzar nuestra celebración eucarística, y lo decimos por nosotros, los pecadores, y por María de Nazaret, la llena de gracia; ella lo dice con nosotros, y la Iglesia lo dice con ella, unidas en un mismo canto las que Dios unió en la misma salvación, agraciadas las dos, las dos bendecidas: “Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo”:
Si tú, Iglesia del Señor, preguntas a María de Nazaret por la razón de su canto, ella te contará la historia de amor que ha vivido con su Dios. Él le dio un nombre, “Llena-de-gracia”, que sólo Dios le podía dar, pues sólo Dios lo podía hacer verdadero. Su Dios estuvo siempre con ella, como si ella fuese el cielo de Dios: “El Señor está contigo”. Y el mundo, su pequeño y viejo mundo de mujer nazarena, se le desveló renovado en ella y bendecido: “Bendita tú entre la mujeres”.
Y si ella, la Virgen Inmaculada, te pregunta por la razón de tu gozo y de tu fiesta, tú le contarás lo que tu Dios ha hecho contigo: “Nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales”. Y añadirás: “Él nos eligió en la persona de Cristo para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor”. Que es como decirle a la Inmaculada, que también nosotros fuimos elegidos para llegar a ser inmaculados. Estamos de fiesta porque Dios, su Dios, nuestro Dios, el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, “nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos”.
Hoy, por nosotros y por María de Nazaret, cantamos al Señor un cántico nuevo, proclamamos su grandeza, porque ha hecho maravillas a favor de sus pequeños.
Admira lo que ves en la Virgen María, y alaba por ello a tu Señor: Ella es la siempre Purísima, tú serás la siempre Purificada; ella es la Preservada de todo pecado, tú eres la Esposa sin mancha ni arruga, que Cristo consagró con su palabra y lavó en el agua del bautismo.
Lo que en ella se ha cumplido ya, en ti se ha de cumplir un día; lo que ella es, lo que tú serás, todo lo recibimos de Cristo y en Cristo. Y éste es el misterio más sublime de nuestra celebración, pues hoy hacemos comunión sacramental con el Hijo de Dios, de quien procede el amor que preservó del pecado a la Virgen María, y que purifica del pecado a la Virgen Iglesia.
Feliz día de comunión, de gracia y de alegría.

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