¿Por qué estamos aquí?

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Del 21 al 28 de noviembre, América Latina y el Caribe se vistió de Asamblea arropada de eclesialidad. Una pregunta clave nos movilizó desde el inicio: ¿Por qué estamos aquí?… Cuestionamiento transversal que mantuvo la motivación en alto, provocó que las expectativas sigan animadas por el entusiasmo y permitió reubicar todo lo que de a momentos pudo tener algo de sabor amargo.

¿Por qué estamos aquí? Porque la Iglesia quiere hacer camino, disponerse a la escucha y asistir a la escuela de la sinodalidad en la universidad de la vida, espacio vital, en la que todas y todos somos hermanos y compañeros de travesía. Porque entendimos que bajar del estrado y recuperar el ser aprendices, es el lugar por excelencia de los discípulos servidores, y lo único que nos permite dejarnos afectar por los tantos dolores de nuestros pueblos, y también, por sus luces de esperanza.

¿Por qué estamos aquí? Porque creemos que es posible y urge comenzar a dar los primeros pasos… Porque hay una profecía que nos habita y debemos desplegar… Porque hay signos que debemos aprender a reconocer… Porque hay una invitación a la que no podemos rehuir:  la de pasar del “yo al tú”, del “tú a nosotros” y del “nosotros al Espíritu”. El “tú” ya no puede caminar sin otros, y el compartir con otros es lo que nos potencializa y trae nuevas energías para seguir honrando el nombre que nos identifica: “los discípulos del camino”.

¿Por qué estamos aquí? Porque un evento inédito se abrió paso, y, desde diversos puntos del planeta nos observaron, se hicieron  permeables a la escucha, abrieron su block de anotaciones y escribieron las experiencias que nos hermanan en la oración, el discernimiento y la búsqueda de nuevos horizontes.

¿Por qué estamos aquí? Para que la brújula eclesial oriente el norte, precise y recuerde que la conversión personal y pastoral misionera, es la única ruta indicativa que permite renovar las estructuras caducas y tocar aquellas formas que se resisten al cambio. Estamos aquí para promover respuestas nuevas y escuchar las voces de quienes se animan a poner sobre la mesa la realidad que desdibuja el rostro de la Iglesia Madre y Samaritana.

¿Por qué estamos aquí? Porque queremos transformar lo vivido y celebrado en lo operativo de las instituciones. Porque queremos seguir generando procesos de reflexión y poner nombre al vino nuevo. Porque queremos construir significados juntos, no para uniformar el pensamiento, sino para forjar un pensamiento crítico que nos ayude a responder a las preguntas existenciales que hoy recorren las venas sangrantes de nuestros pueblos. Porque queremos dar el paso “de las formas” al “contenido vital” iluminado por el Evangelio.

¿Por qué estamos aquí? Ya el padre Obispo Hélder Câmara lo decía: porque “la Iglesia de Jesucristo necesita cambiar para ser permanentemente la misma Iglesia de Jesucristo”. Por eso estamos, por eso nos necesitamos, por eso nos respetamos, por eso nos valoramos y por eso abrazamos a tiempo y a destiempo, sin pausa… y diría “con mucha prisa” el camino emprendido.

Una Asamblea Eclesial avanzó a paso sinodal y se comprometió públicamente a seguir por esa ruta. La sinodalidad nunca deberá ser un modelo alternativo, sino la manera de cómo debemos pensarnos como Iglesia, y lo importante en este camino será el tomar conciencia de que este modelo institucional anhelado, debe ser construido por todos y entre todos. Ciertamente existe la tentación de creer que por solo usar el término “sinodalidad” en nuestros discursos y documentos, ya lo estamos viviendo… O porque en vez de Asamblea Episcopal, ahora se llame Eclesial, ya estamos celebrando en igual dignidad la “reunión de los convocados”… O porque al permitir sumar carismas, ya la diakonía se convirtió en koinonía… O porque algunas voces laicales relevantes se hicieron oír, ya se oirán a todas las restantes y expectantes… O porque algunas mujeres fueron rostros visibles, ya todas las mujeres lo serán. Y así tanto más.

Lo que sí sé, es que hay mucho camino aún por andar, por agradecer, por pedir perdón, y por construir. ¿Estamos dispuestos a recorrerlo?

Finalmente, ¿por qué estamos aquí? Porque creemos y confiamos en la Ruah… Porque se nos llamó a estar con Él y a ser enviados y enviadas. O simplemente, porque así lo quiso el Espíritu.