CAMINO
Como en la itinerancia de los discípulos tras las huellas de Jesús por Galilea, como el caminar de los discípulos de Emaús, el tiempo de cuaresma se inspira en la idea de camino, con sus etapas, con su meta, sus caminantes…
Hay que moverse de un punto a otro. Como en toda peregrinación. Desde la experiencia del camino de la vida evocamos los caminos del pueblo de Israel: la liberación de Egipto, el regreso del exilio.
CANSANCIO
El camino va asociado al cansancio. La peregrinación exige actividad, esfuerzo, decisión y resistencia. El camino cargado con nuestras preocupaciones produce fatiga. Nos movemos cargados con muchas inquietudes, con muchas preguntas sin espuesta evidente; caminamos con las heridas que nos va dejando la vida; heridas en nuestra ilusión y entusiasmo. Tenemos que aprender el arte del desapego interior y exterior. El cansancio del camino nos enseña a centrarnos en lo esencial.
COLOQUIO
El camino de cuaresma es una oportunidad de coloquio. En primer lugar, coloquio con los otros caminantes. Se trata de profundizar la comunicación pero también coloquio con Dios en la oración. Es tiempo para escuchar más intensa y profundamente la palabra de Dios. Dejamos reposar ante Él nuestras preguntas, nuestras quejas y lamentaciones. Le miramos a Él con los ojos escandalizados de tanta desgracia en un mundo abrazado por su gracia y, sin embargo, cargado de violencia y desesperanza.
CONVERSIÓN
Significa cambio de mirada, cambio de mentalidad. Dejar de ver la vida con los ojos cansados de la desesperanza y comenzar a verla con la mirada de la esperanza de Dios sobre cada uno de nosotros.”Era preciso que el Mesías padeciera… “La conversión es al mismo tiempo pastoral, social, personal. Se trata de convertirnos a lo mejor de nosotros mismos: mirarnos con ojos de amor. Conversión implica volver la mirada a lo mejor de los hermanos, de sus dones y deseos, verlos con ojos de amor; contemplarlos desde las promesas de Dios, pues ésta es la identidad más profunda de cada persona.
COMENSALIDAD
En el camino histórico de Jesús con sus discípulos es muy significativo que se sienta a la mesa con los excluidos, los mal vistos. Se hace ver en malas compañías. Las frecuenta. La hospitalidad es un rasgo de la cultura en la que desarrolla Jesús su misión personal y su formación de los discípulos que han de continuar su obra. Compartir la mesa con los pecadores y con los piadosos es un signo de la misión histórica de Jesús. Vivió su historia personal en clave de comunión y de liberación.
CENA EUCARÍSTICA
En el camino de Jerusalén a Emaús como iniciación a la fe pascual, los discípulos invitan al viajero para que entre en su casa; le invitan a cenar. Y la cena normal tras el cansancio del camino se convierte en cena eucarística; Jesús bendice el pan… y se les abren los ojos. Reconocen en el viajero conversador la presencia de Jesús mismo ya resucitado. Sigue siendo el mismo Jesús histórico; pero no es lo mismo; ahora es el glorioso. La eucaristía es sacramento de la presencia.
COMUNIDAD
Por los caminos de Palestina Jesús va formando la comunidad de los
discípulos, como núcleo más visible de la comunidad del reino. De labios de Jesús y en su compañía, los discípulos van experimentando: Soy requerido, soy necesario. Tengo mucho que decir y que aportar. Ni yo ni nadie está de sobra en la comunidad de discípulos del reino. El maestro me llama.
Cuenta conmigo para ser testigo de la esperanza mesiánica.
En el camino de cuaresma somos llamados con insistencia a sentirnos comunidad de discípulos y experimentar que todos somos iglesia. Y ello implica: Pasar de la pasividad a la creatividad, de la ausencia a la presencia
en la comunidad eclesial, de la actitud: “iglesia son ellos” a la actitud
“iglesia somos todos”.
CONTAR LO VIVIDO
Otro ingrediente del camino cuaresmal hacia la pascua es la narración de lo vivido; nosotros seguimos el camino cuaresmal desde la experiencia de Pascua. Hacemos del camino cuaresmal un camino pascual. Recorremos la via crucis sabiendo que el crucificado es el resucitado y está presente en nuestra vida personal y comunitaria. No recorremos el camino de un héroe del dolor, que termina en el fracaso. Hacemos y compartimos la experiencia de la presencia del resucitado por su Espíritu en nuestra vida, llena de ocupaciones y preocupaciones.
El camino cuaresmal, como el camino de Emaús, lleva a contar la propia experiencia de encuentro personal con el resucitado.