Nuevos interlocutores

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En mi artículo publicado el pasado mes de julio (“Nuns and Nones”) expliqué la hermosa experiencia del encuentro entre religiosas y “millenials” en Estados Unidos; un camino apenas iniciado, pero que promete muchos frutos para ambos grupos.

Se trata, sin duda alguna, de una maravillosa sorpresa del Espíritu Santo. ¿Quién de esos jóvenes se hubiera imaginado jamás que iba a disfrutar compartiendo parte de su camino con religiosas católicas, que en la mayoría de los casos tienen la edad de sus abuelas? En cuanto a las religiosas, es verdad que en Estados Unidos han sido siempre muy creativas y audaces, pero esta vez el Espíritu Santo las ha superado: no creo que a ninguna de ellas se le hubiera pasado por la cabeza que un día se iban a interesar por ellas grupos de jóvenes provenientes no de parroquias o movimientos apostólicos, sino de ese creciente grupo de los “nones”. Finalmente, la sorpresa se hace todavía mayor, cuando uno descubre que quienes convocaron a ambos grupos fueron Wayne Muller, ministro ordenado de la Iglesia Metodista, y Adam Horowitz, fundador de la agencia no gubernamental “U.S. Department of Arts and Culture”, que se califica a sí mismo como “artista, organizador cultural e instigador”.

Cuando abres el sitio web de “nuns and nones” aparece un mensaje muy visible: “Estamos en el umbral de una oportunidad sin precedentes”. Una oportunidad que les ha sido dada, sin que ninguno de los dos grupos la buscara explícitamente. ¿Pudiera ser una oportunidad para la renovación de la vida religiosa? Ciertamente, no sería la primera vez en su historia que la renovación le llega a través de caminos totalmente insospechados.

¿Qué pasaría si, en nuestros países, nos decidiéramos a tomar la iniciativa y poner en marcha algún proyecto similar, en lugar de esperar pasivamente a que alguien, desde fuera, nos lo proponga? ¿Qué tal si escucháramos lo que el Espíritu dice a otras iglesias hermanas?

En cualquier caso, creo que Walter Brueggemann tiene toda la razón del mundo cuando afirma que “necesitamos nuevos interlocutores… Si conversamos siempre con los mismos interlocutores, acabaremos repitiendo y remachando las mismas conversaciones”.

(Vida Religiosa, octubre 2018)

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