Acaba de salir una obra de filosofía con un título provocador: «Tantos tontos tópicos ». Su autor manifiesta que, en este momento, lo que se pretende subrayar es «el relativismo moral y cultural, la igualación de todos y en todo, el tramposo recurso al derecho para justificar nuestra falta de virtud».
A la hora de hablar de la oración y de ésta en la vida consagrada, tampoco estamos libres de los tópicos que, más que tontos, nos parecen típicos. Por ejemplo, nuestro consenso, nunca discutido, sobre el valor de la oración, la centralidad de la misma, el alimento que supone para que las acciones no sean sólo hechos, sino expresión del Reino… Hablamos y hablamos de cómo la vida de oración es sustento de los consejos evangélicos, de la vida en comunión y, por supuesto, de la misión. Todavía más, entendemos, porque lo hemos personalizado, que es cada quién, el que tiene que encontrar su tiempo, sus modos y sus horarios. Cada persona la que debe dejarse hacer por la Palabra, escrita, proclamada y contextualizada en los avatares de la vida… Y ya, cuando casi llegamos al climax, llegamos a afirmaciones como: «todo es oración»; «lo importante es vivir en clave de oración» y «todo en esta vida es anuncio de trascendencia»…
Y es verdad, pero puede estar encubriendo una realidad dolorosa y es el manejo de algunos tópicos para no encarar la situación. Lo hemos afirmado muchas veces, las dificultades de la vida religiosa no provienen de la carencia de ideas, ni de la falta de capacidad para afrontar trabajos, ni siquiera de que nos abandone la salud o nos pesen los años… El drama es haber situado, como una parcela más de la vida, el diálogo con la trascendencia. Un punto más del día, un momento, un apunte más en la apretada jornada de un hombre y una mujer que, a diario, se queja de que «no tiene tiempo».
Expertos y hasta meticulosos en las artes de programación, se nos olvida que la responsabilidad y posibilidad primera de nuestra vida pasa, sin embargo, por ser personas de oración, personas de Dios. Eso sí, dando por supuesto, que lo primero es lo primero, pero sin dar posibilidad para lo primero. ¿Nos estaremos haciendo expertos en la exhortación sobre la oración sin hacer oración? ¿estaremos hablando y proponiendo algo que no vivimos?
Me parecen absolutamente injustas las referencias a la vida consagrada como una vida secularizada. Sobre todo cuando éstas se hacen desde la barrera y apoyadas en elementos externos o con nostalgia de otro tiempo que no es este. A la vez, me sorprendo de cómo estas críticas me duelen como sal en una herida abierta… pero con la mano en el corazón tengo que preguntarme si no estaré actuando, calculando y ofreciendo como persona envuelta en un sistema de producción y creación que ha domesticado a Dios y no como un testigo del Espíritu para este tiempo.
San Benito en las orientaciones que ofreció a los maestros de novicios, les decía que únicamente se fijase en que éstos buscasen a Dios. Parece que cuando este valor se da, lo otro vendrá por añadidura.
Quizá nosotros, en medio de la vorágine de vivir y significar; preguntarnos y ofrecer; modernizar mensajes y reorganizar propuestas, tengamos que pararnos, sentarnos, serenarnos y preguntarnos, una y otra vez, ¿qué buscas? ¿qué esperas? ¿estás buscando a Dios?
Y apagando los ordenadores, cerrando el faccebook, desconectando el iphone, omitiendo el último contacto del twitter y posponiendo la próxima estrategia de la reunión, programación pastoral del colegio, encuentro solidario de la parroquia o campaña de la casa de acogida u hospital… recorrer los nombres de la propia comunidad, hacer silencio, cerrar los ojos y sólo repetir: Tú, sólo tú, me sondeas y me conoces.
ÍNDICE
Oración y vida religiosa, Marc Hayet
Dar razón de nuestra oración a quien nos la pidiere, Bernardo Olivera
El deseo incesante de Dios, umbral de la oración, Nicolás Caballero
Métodos de oración: enfoque fundamental, Xavier E. Manavath
La gracia como gratuidad y gratitud en la oración eucarística, Bárbara P. Bucker
La oración como alianza, Gema Juan
Orar como conviene: La oración litúrgica comunitaria, Juan Javier Flores
Unidos a la intercesión de Jesús y del Espíritu, José Ornellas
Acompañarnos en la vida de oración. Una propuesta concreta: «Proyectonudo», Teresa Gil y Guadalupe Hoyos
Mi experiencia de oración, Esperanza García Paredes