NUEVO CUADERNO MONOGRÁFICO DE VIDA RELIGIOSA

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DESDE LA OTRA ORILLA
La convivencia conduce a la aceptación y a la naturalidad. Hay, no obstante, cuestiones que siempre nos superarán. La muerte, pese a ser algo seguro y cierto, es argumento frecuente de distancia, misterio y silencio.
Conforme vamos cumpliendo años la muerte se acerca y su presencia se naturaliza. Es un hecho que, de momento, contemplo en otros.
Vida Religiosa en su afán de entrar e iluminar lo que en este momento viven las religiosas y religiosos, quiere situar el tema. ¿Cómo estamos viviendo la muerte? ¿Con qué fe? ¿Qué está suponiendo en la experiencia de comunidad?
Las órdenes, por supuesto, y las congregaciones por pocos años de existencia que tengan, van contando sus hermanos que han traspasado el umbral. En la mayor parte, son más que los que permanecen en este tiempo. Teológicamente es una riqueza pocas veces agradecida, pero incuestionable. Los itinerarios de las familias religiosas han servido y siguen sirviendo como lugares de santificación; ámbitos vitales para tener una vida y una muerte con sentido.
Evidentemente, la conclusión de una vida consagrada es la realización de aquello por lo que se entregó. Llegar a ver cara a cara, entender por fin lo que se ha vivido entre sombras, encontrar el sentido último de la consagración nos pone en sintonía de trascendencia, en clave escatológica. Pero, ¿cómo estamos viviendo esta era de despedidas? ¿Qué poso de esperanza está dejándonos ser testigos, de excepción, de tantos “adioses”?
Siempre ha llamado la atención la capacidad – sorprendente – de buena parte de religiosos a la hora de volver a la vida diaria, después de haber despedido a un miembro de comunidad. Algunos incluso llegan a sospechar de esa fe, tan palpable, que lleva a leer el acontecimiento como un “punto y seguido” y no “un punto y aparte”. Será fe o inercia; será auténtico amor consumado, o el consumo de algo que por muy conocido ya no conmueve. ¿Nos rehacemos en seguida por la fuerza de la eternidad o por la costumbre en la despedida?
Creemos que todo en la vida de un religioso es importante, aunque algunos momentos liminales son de especial trascendencia para la persona y la comunidad. El inicio de la vida religiosa, los pasos graduales de asunción de la misión y el final de ésta en esta tierra nunca se pueden vulgarizar… porque si se hiciese, se estaría evidenciando sólo funcionalidad. Vivimos como morimos y morimos para una vida en plenitud. El paso, la despedida es, por supuesto, un tránsito de eternidad y crecimiento, pero lo es para toda la comunidad y lo es con pretensión de prolongación en el tiempo. Esa enseñanza es la que se ha de cuidar y celebrar.
No se trata de una retirada que nos esconda de un presente inhóspito. El cuidado, la celebración y recreación de las vidas de quienes nos preceden en el voto común de la comunión, es enseñanza y profecía de futuro. Presumo que dependiendo de nuestra calidad para hacer memoria, estará nuestra destreza para construir futuro.
Nuestros hermanos y hermanas que se despiden de los ritmos vertiginosos de programaciones y organigramas, nos están enseñando en sus últimos instantes de existencia y en los primeros tiempos de eternidad, que han encontrado, por fin, “la mejor parte”. Han descubierto la clave, han entrado en la luz donde todo adquiere sentido. Sólo en la víspera de la muerte, que coincide en el calendario con la víspera de la Vida, llegamos a entender de qué libertad hablábamos cuando “íbamos por el camino”.
Quienes nos han dejado, nos siguen regalando, desde “la otra orilla” el contenido de la verdadera fe, el caminar desnudos, sin prejuicios y cálculos y, además, con la sola argumentación de la pequeña historia de su vida nos dicen cómo es en realidad nuestro carisma. Ese que nosotros estudiamos y profundizamos y por el que nos reunimos… pero ellos y ellas nos lo ofrecen limpio, sencillo tal y como lo fraguó el Santo Espíritu.

ÍNDICE

Miedo a la muerte y sociedad actual, Pedro M. Sarmiento
Las pérdidas inevitables y necesarias de nuestra vida, Consuelo Junquera
Jesús ante la muerte, Severiano Blanco
Liberados de la angustia ante la muerte, Eduardo Pérez-Cotapos
En la «enfermedad avanzada»: orientaciones para el acompañamiento espiritual, Francisco Álvarez
Testamento Vital, José Carlos Bermejo
La muerte de una hermana como «kairós» de renovación comunitaria, Francisca Hernández
Celebrar la muerte en la comunidad, Jesús García
Recordar a los difuntos, Ángel Esteban
Tres celebraciones:
1- Despedimos al ser querido, Jesús García
2- «Padre nuestro» para una misa de difuntos, Ángel Esteban
3- Celebración de la Esperanza, Ángel Sanz