Y aquí también. En mi viaje diario de 40 minutos en cada sentido. En el vagón lleno de desconocidos silenciosos lectores o con los móviles como yo ahora mismo. En el anonimato más cotidiano, en el rozar vergonzoso de común humanidad a veces escondida. Aquí, en la línea 1 antigua y curiosa también se hace un huequito nuestro Dios entre los asientos, entre los desconocidos con sus preocupaciones y esperanzas que yo nunca voy a conocer. En la línea 1, azul claro como el cielo, nace el renuevo del tronco de Jesé entre las sombras del túnel y la luz de las estaciones. Y se rompen los cielos y germina la salvación como el rocío aunque muchos no nos demos cuenta. Pero los niños, esa rubia de ojos soñadores de mi lado, es capaz de ver el milagro de un Dios hecho bebé en la línea 1 que es pesebre hoy, entre Cuatro Caminos y Alvarado.
Capricho amoroso de Dios que sabe que en estos túneles fríos habitan las raíces de los árboles.
Feliz Nochebuena desde la línea 1
Nochebuena en el metro
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