No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre

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Hoy muchos lugares son mercado. Lugares en los que se ponen precio a las cosas, a las mercancías o a la nada.

Hoy (y siempre) “la casa de mi Padre” es mucho más grande que nuestros pequeños templos (por muy grandes que sean)

Hoy la casa de mi Padre se ha convertido en un mercado. La Creación está llena de cambistas que negocian con un futuro que no nos pertenece a nosotros sino a las futuras generaciones.

Hoy es urgente reclamar que la creación no se debe comprar o vender. Que no es una mercancía más o menos valiosa, sino algo a proteger y custodiar.

Que nuestro Planeta es sacramento de salvación y posibilidad de vida. Que el mercado no puede ser la solución porque siempre excluye a alguien. O más bien necesita excluir para que pueda tener valor algo.

Ojalá que podamos seguir luchando para que la casa común de nuestro Padre no sea mercado y sí banquete gratuito y cuidado de los más frágiles.

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