Mi pastor

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Hoy resuenan en las lecturas resuena con toda su fuerza la palabra «pastor». La primera lectura de Jeremías, Dios mismo echa en cara a los pastores «oficiales», los institucionalizados, su abandono del rebaño. Y promete a ese pueblo abandonado nuevos pastores que cuiden y mimen. 

El salmo 22 nos da la clave de lectura de todo lo demás: Dios es el que pastorea, el que busca pastos y protege y acompaña siempre, todos los días, desde la bondad y la misericordia. 

Qué más podemos pedir a nuestro Dios? 

Y en el evangelio descubrimos a un Jesús también pastor porque es Dios de Dios y Luz de Luz. Aquel que pospone su cansancio, sus agobios, sus prisas porque ve a una multitud que necesita pastos de buena noticia. Y posponiéndose a sí mismo (el que quiera seguirme que cargue con su cruz y me siga) se pone a hablarles, a enseñarles de una manera nueva que regala la vida desde la misericordia y la bondad. Se pone a enseñarles con calma. Con la calma que hoy parece que perdimos porque buscamos en pastos liofilizados, asépticos, de fast-food. 

El Pastor de azucenas hoy nos lleva a lo intransitado del ser, de estar mientras se hace. De disfrutar de los otros sin mirar el reloj o sin pensar en lo siguiente. El Pastor nos conduce a fuentes tranquilas. Podremos seguirlo o tendremos que vender campos o enterrar muertos? 

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