Mensual de junio

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¿Indignación todavía?
Ha pasado un año… mayo de 2011 ocupa un lugar en la historia de este inicio del siglo XXI. De manera notable una buena parte de nuestra sociedad ha dicho que algo no funciona, que el sistema es injusto, que aquello del bienestar para todos no era tan cierto… Fundamentalmente las voces más jóvenes están indicando que el futuro está cuestionado.
La vida consagrada tiene su sitio a pie de calle. Esta realidad le afecta e interpela. Forma parte de ella. También hay indignación y preguntas sobre el futuro. Algunos consagrados están en un “ya pero todavía no”; mantienen lo que hay, con la sensación de que lo que tiene que ser debe ir por otro camino. Nuestros modos de responder y de dejarnos cuestionar por la realidad son lentos y la integración de los necesarios cambios, todavía más. Nuestras instituciones se resienten y se protegen y cada persona, en ellas, es capaz de hacer un ejercicio de vértigo: por un lado va la asunción teórica y, por otro, la realidad vital. “Conviven sin encontrarse”, con la esperanza de que algún día se tropiecen en el tiempo. A algunos nos desestabiliza todo lo que se muestre inestable o ambiguo y, sin embargo, la vida consagrada nació y se significó en ámbitos de inestabilidad, para confirmar al débil y para denunciar los sistemas que por ser tan estables, asumieron buena parte de contaminación cultural de los más seguros. Ha pasado un año y nuestro mundo sigue envuelto en una crisis ética que soluciona con grandes discursos económicos. Un diálogo frecuente sobre las grandes cifras nos libera de la tentación de pensar con el que no tiene pan para el día. Es más sonoro y actual hablar de la “prima de riesgo”, a la que unos pocos conocen y controlan, que de los vecinos que, con riesgo, no pueden llevar a sus hijos a nuestros colegios, posponen revisiones médicas o han limitado en calidad y frecuencia los ritmos alimenticios de la casa. Ciertamente sabemos que una parte grande de nuestro pueblo está en el paro, otros tendrán solo ese futuro sin rendija alguna de esperanza… pero no sé si nuestra oración está indignada, nuestras aspiraciones personales serenadas y nuestra confianza en la providencia asentada.
Estas concentraciones de jóvenes y no tan jóvenes nos dejan, en medio de muchos aspectos confusos, el valor del diálogo. La palabra no sólo como carne de ideología, sino como expresión de la aspiración de la vida, como vehículo de encuentro, como gesto de esperanza… Esa sucesión de personas que desde la libertad toman la palabra, es una buena herramienta para nuestras reuniones comunitarias donde la palabra está muy calculada; ese atreverse a formular como el presente puede ser de otra manera, puede atenuar nuestra terrible rutina que nos impulsa a reiterar causas pasadas y perdidas; ese anhelo de concentrar y aunar esfuerzos, puede ser una invitación directa a superar una de las heridas más graves del momento, los frentes encontrados… Sí, también de las calles que protestan, podemos aprender.
En 1965, un padre conciliar se quejaba en las sesiones de aquel Pentecostés de lo mucho que tardábamos en responder a las grandes cuestiones de la humanidad. Nuestras respuestas, decía él, llegan con pretensión de novedad, cien o cincuenta años después… Y añadía, «nosotros mismos ¿somos completamente de nuestro tiempo? Monologamos y nadie nos comprende ya. Suerte que existe el bar del concilio, donde podemos intercambiar ideas…»
Está claro. Urge dialogar, dejar de hablar solos. Abrirnos a la verdad, donde esté y sin miedo. Y este diálogo puede, es verdad, mover muros y posiciones, puede abrirnos a fronteras más inseguras pero, sobre todo, nos llevará a la frontera de la vida, allí donde la consagración religiosa es necesaria y significativa.

ÍNDICE

Hasta la cocina, Daniel Izuzquiza
«En Silos lo que interesa ahora es vivir desde dentro…». Entrevista al Abad de Silos, Antonio Bellella y Carlos M. Oliveras
Secularidad y consagración, José Cristo Rey García
Itinerarium mentis: la comunidad que evangeliza, José Miguel Núñez
Misteriosa transparencia, José Cristo Rey García
Carta abierta a los consagrados de la Diócesis, Manuel Sánchez Monge
ADN de profetas, Marta García
Retiro: Desde el yo profundo a lo más profundo de Dios, Fernando Negro
Retablo de mujeres: María, madre de Santiago, Ángel Aparicio
Administración y planificación. Fondos y previsión a medio y largo plazo (I), Fernando Torres
Coherencia persuasiva, Aquilino Bocos
Materiales sobre el Espíritu, Antonio S. Orantos
El mes en titulares
Regalarnos una tarde, Mariola López
Lectura recomendada, Francisco J. Caballero