LO QUE INTERCAMBIAMOS…

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(José Tolentino de Mendonça). Hay una artista brasileña, llamada Eleonora Fabião, que concibió un proyecto artístico cuando menos curioso. Ha estado recorriendo ciudades de todo el continente americano con este programa: se dirige a extraños en la calle y pregunta: «¿Cambias algo conmigo?». Luego explica: «Te doy algo mío, algo que llevo puesto o guardo, y tu lo recibes. Me das algo a cambio y me lo quedo». La acción solo concluye cuando se intercambia todo lo que la artista tenía al comienzo del viaje. Eleonora Fabião luego hace un recuento aséptico de los intercambios, donde la percepción de la economía no entra, solo el asombro que atrae el intercambio: dos pulseras por un plátano, una blusa con estampado de frutas por una blusa monocolor, una historia de la infancia por otra historia de la infancia, una pinza de cabello por un amuleto que había estado en el fondo de su bolso durante tantos años, una bufanda con flores que pertenecía a su madre, y todavía huele a ella, por un collar de cuentas de colores… y así sucesivamente.

El trabajo de Eleonora Fabião nos ofrece una reflexión antropológica sobre cómo funcionan nuestras relaciones. Es como un espejo de lo que siempre sucede de manera invisible en el encuentro entre los seres humanos (y de lo que no nos damos cuenta). De hecho, incluso cuando nuestro objetivo al salir de casa para enfrentar el día no es intercambiar todo lo que llevamos con nosotros, la verdad es que siempre sucede y de una manera sorprendente. Si lo que intercambiamos entre nosotros a lo largo de nuestro día se concretase en nuestra vestimenta, volveríamos a casa con un traje completamente diferente. Porque la vida no es una cápsula que nos mantiene intactos, como pensamos: la vida es intercambio, circulación, intercambio, transacción, transferencia y metamorfosis. Nuestra identidad no es la pureza original de nosotros mismos, sino que somos lo que recibimos de los demás, somos la expresión del don. La vida es este regalo continuo, un trayecto siempre sorprendente y siempre nuevo. Es muy necesario tomar conciencia de la calidad de la relación que tenemos, nuestra verdadera disposición a dar y las barreras que tenemos que romper para aprender a recibir.