miércoles, 7 junio, 2023

Llamados a ser lo que comulgamos

[Misa de medianoche]

Guárdalas en la memoria de la fe, grábalas en las paredes de tu corazón, pues son palabras de revelación: “El Señor me ha dicho: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy”.

La liturgia las entiende como dichas de Jesús personalmente, y abre con ellas la celebración eucarística en la medianoche de la Navidad.

Pero tú sabes –te lo dice la fe- que, celebrando el nacimiento de Cristo Jesús, celebramos necesariamente el nacimiento de la Iglesia que es su cuerpo, y eso quiere decir que estamos celebrando también nuestro propio nacimiento.

Es éste un gran misterio, y la fe lo refiere a Cristo y a la Iglesia, y en la Iglesia, a cada uno de sus hijos: “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy”.

Ahora déjate guiar por la palabra de Dios al corazón de ese nacimiento: somos la Iglesia nacida con Jesús.

Con él ha nacido la luz verdadera, una luz grande, y con esa luz van la alegría y la fiesta.

Así lo anunció el profeta: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande, habitaban tierras de sombras y una luz les brilló”. Y si grande es la luz, acrecida es la alegría, desbordante el gozo.

El ángel del Señor llevó esa alegría como un evangelio a los pastores que en la noche guardaban sus rebaños: “Os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy os ha nacido un Salvador”.

Y el apóstol lo dijo de aquella manera: “Ha aparecido la gracia de Dios”. Ha aparecido Jesús, ha comenzado la Iglesia, has nacido tú.

Esa gracia “trae la salvación para todos los hombres”; esa gracia nos enseña a vivir con sobriedad y justicia y piedad, mientras esperamos la venida gloriosa del Señor.

No temas la grandeza del misterio. Considera con quién haces comunión: hoy comulgas con Cristo Jesús, hoy comulgas con la gracia de Dios, hoy comulgas con la paz que Dios ofrece a la tierra, hoy comulgas con la alegría anunciada para todo el pueblo. Hoy eres lo que comulgas, somos lo que comulgamos: alegría, paz, gracia, Cristo Jesús.

Sólo si somos lo que comulgamos, será verdadera nuestra celebración, será verdadera nuestra Navidad.

Y aquí he de recordar otra vez el sello: sólo los otros –los pobres- podrán acreditar la verdad de nuestra comunión con Cristo Jesús.

Son muchos los pobres que debieran haber llegado con gozo y esperanza a esta noche santa, y no han llegado.  Pudiéramos pensar que no llegaron porque lo impidió su pobreza, pero sabemos que no los mató su pobreza sino nuestra codicia.

También ellos eran cuerpo de Cristo, y no los hemos dejado llegar a este nacimiento.

Estamos obligados a preguntarnos si somos lo que comulgamos: si somos alegría, paz y gracia –si somos justicia- para los pobres; si somos Cristo Jesús para todos.

Que nuestra vida dé testimonio de la llegada de la salvación.

Feliz Navidad.

Print Friendly, PDF & Email
- Advertisment -
Artículo anterior
Artículo siguiente

DEBERÍAS LEER

Madruga y sube a la montaña

0
“Bendito sea Dios Padre y el Hijo unigénito de Dios y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros”. Hoy, la comunidad eclesial, reunida...

Síguenos en Twitter


Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies