Liturgia social

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El número de personas que participa de manera regular en las celebraciones litúrgicas se está reduciendo, al menos en Europa, según recientes estudios. Una reducción que probablemente continuará en el futuro, visto el bajo número de jóvenes que frecuenta las iglesias. Las causas son sin duda complejas, pero seguramente podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que para la mayoría de esas personas las liturgias les resultaban aburridas y poco o nada significativas para su vida (¿cuántos de los que participan regularmente podrían decir lo mismo?).

En cambio, lo que sí resulta muy atrayente y motivo de admiración para muchas personas es la acción social de la Iglesia. Me hizo pensar en ello el reciente lanzamiento de un disco-libro, Los tambores hablan, donde un grupo de 21 cantantes de primera línea, como Víctor Manuel, Ana Belén, Miguel Ríos, Inma Serrano, Pasión Vega, José Sacristán, Pedro Guerra, etc. muestran su apoyo a una ONG vinculada a un Instituto religioso. ¿Pudiera ser la solidaridad un nuevo atrio de los gentiles, donde creyentes, creyentes no practicantes y no creyentes se encuentran y se enriquecen mutuamente?

Por otra parte, es cierto que la Iglesia es mucho más que una simple ONG, como recuerda frecuentemente el Papa Francisco. Por ello me ha resultado sugerente la reflexión llevada a cabo por Theos, una organización ecuménica del Reino Unido, que introduce el concepto de liturgia social, conectando con el significado de la palabra liturgia en griego (servicio), tal como es usada en el Nuevo Testamento.

Liturgia social, según ese estudio, sería la práctica de la caridad de manera pública (trabajar para y estar con el otro); una práctica arraigada, de manera deliberada, en el amor de Dios y configurada por ese amor.

El documento, prologado por los arzobispos de Canterbury (anglicano) y el de Westminster (católico), dice, ya en su título, que la liturgia social ofrece Un futuro para el cristianismo en el siglo XXI. Creo que la vida consagrada, comprometida desde siempre con la liturgia social, puede contribuir de manera significativa a ese futuro desde el lugar que le es propio, es decir, desde los atrios y las periferias, más que desde el centro de la institución.

Vida Religiosa, mayo 2017

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