viernes, 26 abril, 2024

«Concluye su monacato»

En estos días en que concluyen muchas confianzas, concluyen seguridades, concluyen carreras políticas, series de televisión, y películas… encuentros y desencuentros, y, casi, concluye el año, me sorprende un titular de una «página religiosa» en la cual, a bombo y platillo, nos anuncian que alguien concluye su monacato. Evidentemente no entro en las razones personales del protagonista… La persona es un misterio querido por Dios y, en sus decisiones, siempre la clave de lectura es el respeto al misterio, la aceptación y nunca el juicio.

Si entro a la expresión, a la osadía y despropósito de creer y afirmar que una forma de seguimiento concluye como si fuese un curso. Es el súmmum de la temporalidad y el funcionariado. El culmen del consumo. Porque efectivamente uno concluye una página, un artículo, una etapa o una carrera, pero no una forma de seguimiento que, por ello, sale de la temporalidad consumista de la conclusión. Sería menos inexacto que «fulanito» da por concluida esta etapa de su vida… ¿Puede uno concluir su monacato?, ¿Es el monacato el que concluye, o su particular vivencia del mismo? ¿Estamos hablando de la vinculación con una empresa, un equipo de fútbol o una multinacional? ¿Estamos, quizá, afirmando que la experiencia monástica se reduce a una parte de la vida?

Quiero pensar que solo se trata de un error fruto de la prisa o del desconocimiento de lo que significa una forma de seguimiento. Me temo, sin embargo, que este dar por concluida una vocación, sea algo más que un problema de lenguaje o dicción y esté evocando una cuestión de más calado y es haber metido en el saco del consumo hasta el mismo Dios. A la hora de la verdad, lo importante para una buena parte de la sociedad es la noticia, la pura noticia y la sensación que la misma pueda provocar. A más impactante, más entradas, a más entradas más sonoridad y a más sonoridad mejor «caja»… sea verdad o no, se pueda concluir algo, o tenga, como en este caso, un valor de totalidad en el que uno, por más que quiera, no puede «rescindir el contrato».

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