Las palabras del amor son pocas: te amo, te quiero, estoy contigo, no me dejes nunca, soy tuyo… Porque son pocas se repiten mucho. Las palabras del amor siempre dicen lo mismo, pero siempre son distintas; diciendo lo mismo, lo dicen todo. Ninguna de las palabras de amor expresa plenamente el amor. Porque el amor, si es auténtico, siempre va más allá de las palabras. Eso vale tanto para el amor humano, como para el cristiano. El amor humano puede ser cristiano, aunque no lo sepamos: cuando damos de comer al hambriento estamos no solo haciendo un acto divino, sino que nos estamos encontrando con Dios. Pero sobre todo, el amor humano, en sus manifestaciones más personales y auténticas, es un pálido reflejo del amor de Dios hacia cada uno de nosotros, y una pregustación de lo que un día será amar a Dios en el encuentro pleno del abrazo amoroso.
La oración es una palabra de amor. Se expresa en términos humanos. Para ello busca los vocablos más hermosos. Así se comprende que la Escritura haya utilizado imágenes del amor humano tanto para referirse al amor de Dios como al amor a Dios: como un padre siente ternura por sus hijos, como un novio apasionado por su novia, así, pero mucho más aún, es el amor de Dios y el amor que el hombre le quiere dar a Dios. El cantar de los cantares es un libro de poemas de amor. La Iglesia ha visto en estos poemas, que en ocasiones emplean imágenes que rayan el erotismo, una buena expresión de lo que es el amor de Cristo por su Iglesia y de la Iglesia por su esposo: “mejores son que el vino tus amores”. Los poetas cristianos se han inspirado en este libro para describir los amores de Dios con la persona: “Oh noche que juntaste amado con amada”. También es significativo que la Iglesia, en su oración oficial de las horas, haya introducido himnos de los mejores poetas y literatos.
Las mejores oraciones emplean pocas palabras. Por eso, algunas son repetitivas, como lo es el estribillo de algunos salmos: “porque es eterna su misericordia”. Fijémonos en la oración del rosario. Repetitiva como la vida misma, como los latidos del corazón, que son una serie rítmica de repeticiones. En este mes de octubre la Iglesia celebra la fiesta de la Virgen del Rosario. La Virgen no es de nadie y es de todos; pero hablar de Virgen del Rosario es una manera de valorar esta oración, nacida en ambientes de la Orden de Predicadores, que luego toda la Iglesia ha hecho suya. El “Ave María” repetida continuamente es un modo de decir a la Señora: “te amo”. Pero que quede claro: te amo principalmente porque me muestras a Jesús y me llevas a él, al amado de mi alma, al amor de los amores, al bello entre los bellos, a la hermosura soberana. El Rosario de María nos invita a contemplar directamente los misterios de la vida de Jesús