sábado, 27 abril, 2024

LA POSIBILIDAD DE REENCONTRAR LA VIDA

(José Tolentino de Mendonça). Es muy conocido el verso de Rainer María Rilke que dice: «Espero el verano como quien espera otra vida». En realidad, no es una vida extraña y fantasiosa lo que esperamos, sino una vida que realmente nos pertenezca. Por eso es tan decisivo que las vacaciones, tiempo abierto a múltiples posibilidades, no se conviertan en un período errático y vago. Es fundamental que este tiempo poroso y creativo no se enrede en derivas consumistas. O que esta estación propicia a la humanización no se pierda en la huida de nosotros mismos y en una disolución en el dispersivo ruido del mundo. En toda la tradición bíblica el reposo es una oportunidad privilegiada para sumergirse más profundamente, más adentro y más alto. Es aceptar el riesgo de sentir la vida íntegramente y de maravillarse con ella: en la escasez y en la plenitud, en la imprevisibilidad dolorosa y en la sabiduría confiada.

Por eso, este vaivén que julio y agosto introducen constituye, por encima de todo, una especie de coreografía interior. Se diría que la propia vida pide que la escuchemos de otra forma, haciéndonos sentir la necesidad irresistible de reencontrarnos en su pureza. De hecho, si la línea azul del mar nos seduce tanto es porque esa inmensidad nos recuerda nuestro verdadero horizonte. Si subimos a los altos montes es porque en la visión clara que allí se alcanza de lo real, en esa visión resplandeciente y sin censuras, reconocemos una parte importante de un llamamiento más íntimo. Si buscamos otras ciudades (y en esas ciudades una iglesia, un museo, un testimonio de belleza, un no sé qué…) es también persiguiendo una geografía interior. Si sencillamente disfrutamos de la dilatada experiencia del tiempo sin prisa (comidas largas, conversaciones que se alargan, visitas y reencuentros) es porque la gratuidad, y solo ella, nos da el sabor auténtico de la propia existencia. Recuerdo muchas veces un hermoso poema del maestro japonés, Matsuo Bashô, que dice solo esto: «Silencio / una rana se zambulle / dentro de sí». Felices vacaciones.

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