jueves, 28 marzo, 2024

LA NECESARIA ATENCIÓN A LOS TRAYECTOS DE LOS JÓVENES CONSAGRADOS

Las congregaciones deben saber que no basta desear jóvenes… han de cambiar para hacerse accesibles

Isabel Martínez, 23 años de Madrid. Profesó en las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza en 2018. Estudia Ciencias Religiosas. Trabaja en pastoral colegial.

Para ti, ¿qué es lo más atractivo de tu vida en tu institución?

Ayer en el examen de conciencia que hacemos por la noche, me daba cuenta pensando en esta pregunta que ese mismo instante era uno de los mejores: los tiempos comunes de oración me ayudan, porque me hacen más consciente de por qué estoy aquí y de quién es el que nos une a todas más allá de nuestras diferencias. De mi día a día, si tengo que responder hoy, sería el ambiente de colegio, la misión que tenemos de evangelizar por medio de la educación. Esto junto a algunos momentos comunitarios (como puede ser una merienda-cena viendo juntas una película) … es lo que más me gusta de mi vida concepcionista. También me encanta que la mayoría de nosotras, seamos de un país u otro, nos conocemos, aunque sea de oídas. Sí, sentirme en familia es lo que más valoro.

¿Son los carismas imposibles para esta cultura?

¿Imposibles? El carisma es un don del Espíritu, y para Él no hay nada imposible. Es Él quien lo suscita dentro de la Iglesia y para la Iglesia como un regalo. Lo que sí es peligroso es “encerrar” los carismas. Creo que a veces nos confundimos y usamos la palabra carisma para definir la misión, o aquello de nos diferencia de otras instituciones. Entonces la respuesta a la pregunta sería distinta: claro que es imposible vivir separados, centrándonos solo en lo que nos diferencia… Me viene ahora a la memoria una broma que tenía con una amiga (y hermana) del noviciado de las Hermanas del Ángel de la Guarda. Siendo yo concepcionista, nos decíamos: “el ángel del Señor anunció a María”. Y es que los carismas se complementan. Son como distintas luces para vivir el Evangelio: no podemos presentarlo solo bajo la luz azul, o solo rosa… Son necesarios todos los colores para poder tener una luz blanca que nos lo muestre mejor.

Más que imposibles… Los carismas son necesarios en esta cultura para transparentar el verdadero rostro de Dios.

¿Dónde crees que deberíamos incidir más para conectar con los jóvenes, sus esperanzas y necesidades?

En Jesús. Es que creo que no hay otra respuesta. Creo que Él tiene la fuerza que a nosotros nos falta y que tiene todas las respuestas que necesitamos los jóvenes de hoy. Yo veo a gente de mi edad buscando un sentido profundo a su vida… Y es triste ver que algunos de ellos ya se han rendido. Encontrarse con Jesús cambia la vida, y la Iglesia está llamada a propiciar este encuentro con creatividad. La clave quizá está en dejarnos mover por Él y no solo por nuestra seguridad.

Si nos referimos a cómo conectar con los jóvenes que ya están en la Iglesia, me parece esencial transmitir que los jóvenes somos, no solo necesarios en la Iglesia, sino que somos Iglesia. Como joven, he sentido la misma llamada que cualquier cristiano más maduro en su fe, y me veo reflejada en Jesús cuando nos dice “siento compasión porque andan como ovejas sin pastor”, deseando contagiar esta Buena Noticia a quienes están a mi alrededor. Sé que puedo aportar, solo necesito que me den esa oportunidad de sentirme una más en esta familia a la que quiero.

Si nos referimos a los jóvenes más alejados o indiferentes con respecto a la Iglesia, creo que lo principal es escucharlos, pero sin caer en la tentación, como dice el Papa en CV 35, de creer que seremos más aceptados por los jóvenes al ceder a todo lo que nos piden. Escucharlos… Presentando ante aquello que nos pidan el mensaje y la persona de Jesús. Lo demás vendrá más tarde.

¿Crees que la institución está dispuesta a hacerse posible para una persona joven?

Desear jóvenes no es suficiente para hacerse posible. Una de mis hermanas, con sus ya cumplidos 80 años, me comentaba en varias ocasiones que ella también tuvo que abrir caminos y acoger cosas que no entendía. Otra hermana comentaba que si no hubiese sido porque antes eran muchas en cada tanda… Se habrían desanimado. Con estos comentarios, creo que en general no es algo nuevo que la Institución vaya más lenta que la sociedad. Sería muy bueno que cada hermana recordase sus inicios y desde ahí, estén abiertas a la joven que llega. Afortunadamente, esta apertura y esfuerzo sí que lo veo en las hermanas con las que yo he vivido, y pese a la diferencia de edad, me he sentido querida y acogida con mi diferencia de ideas. Y poco a poco… las cosas van cambiando. También ayuda que yo misma soy consciente de que no todo gira a mi alrededor y que no todo lo que me gustaría es factible ni positivo para la comunidad. En el fondo, creo que todo lo construye el amor, y cuando vemos lo positivo del otro e intercambiamos nuestros pareceres… Las cosas fluyen mejor. Hacerse o no posible para los jóvenes, más que de la Congregación en impersonal, depende de cada hermana.

Sí que, especialmente mirando a comunidades interculturales, destacaría la necesidad de mostrarnos abiertas a acoger la novedad, para que la joven que llega pueda expresarse en libertad.

¿Consideras adecuada la pastoral «con los jóvenes» que estamos realizando?

Creo que estamos haciendo muchos esfuerzos por acercarnos a los jóvenes y que poco a poco, estos van dando su fruto. Lo mejor que podemos hacer es estar, con todo lo que ello implica. Como somos pocas y muchas tareas, todas ellas necesarias… Me parece un gran acierto hacer menos actividades, menos multitudinarias, pero con más hermanas. Porque lo más importante es la presencia, y esto también nos ayuda a nosotras para poder pasar tiempos juntas. Por otro lado, creo que los jóvenes atraen a otros jóvenes, y que además de las hermanas que organizan actividades para los jóvenes, algo que nos ayudaría en la pastoral es preparar estas actividades con los jóvenes.

Me parece también importante que en nuestra pastoral recordemos que somos, ante todo, Iglesia. Y aunque a veces haya miedo por “diluir mi identidad”, o dificultades porque no todos hacemos las cosas igual… Yo el paso que daría es el de la comunión con otros carismas y con la Iglesia diocesana para seguir trabajando la pastoral. Encerrarnos es muy peligroso.

De todas formas, creo que el peor error es caer en las comparaciones. Quizá antes se estaba acostumbrado a que fuese muchísima gente a nuestras actividades de pastoral y que de aquí saliesen infinidad de vocaciones. Yo no he vivido esto, y quizá no noto tanto la disminución actual. Mirando a mi generación, no veo que haya crisis de vocaciones a la vida consagrada. Hay crisis de vocación, en general. Los valores van cambiando, el compromiso “para toda la vida” es algo que no se tiene en mente hasta edades más avanzadas (de aquí que ahora haya más probabilidades de entrar con 35 años que con 19 como yo). Pero eso no es mejor ni peor, es distinto. Tenemos que buscar lo positivo de los valores que se defienden en la actualidad y ver cómo encaja aquí el cristianismo y qué puede aportar. Pero sin caer en el desánimo… El “no merece la pena” es la mayor tentación que nos está ganando terreno. Jesús, nuestros fundadores… Todos empezaron con pocos seguidores. Lo nuestro es vivir el Evangelio, no sobrevivir dejándonos lo esencial por el camino.

¿Qué significan en tu vida palabras como: solidaridad, amor, soledad, oración, amistad?

Son palabras muy presentes en mi vida de hoy. Lo que me ha traído a la vida religiosa es el amor de Jesús hacia mi persona… y el querer responderle, por amor, entregándole también mi capacidad de amar. Aquí cuento con que la soledad estará presente, pues creo que siempre el corazón desea algo más… Sin embargo, descubro en esa soledad mi ser criatura en manos de Dios, me hace ser consciente de que sin Él nada tendría sentido. Se convierte así en una soledad habitada, donde puedo encontrar fuerzas para seguir adelante. Para esto es imprescindible la oración, el tiempo de encuentro con Jesús para que Él vaya haciendo su obra, porque si fuese solo por mis fuerzas… Me habría rendido ya hace tiempo. Y la amistad… Realmente me sostiene. Sobre todo, ese poder compartir de “igual a igual”. Por eso veo imprescindible que podamos encontrarnos con gente en nuestra etapa (más todavía dentro de nuestra misma congregación). Es lo que me hace reponer fuerzas y saberme comprendida en aquello que me cuesta. Además, la amistad que surge es principalmente porque Jesús nos une. Tener un punto común que toca en lo más profundo de nuestra persona… Es un regalo que no cambio por nada. Y teniendo esto, la llamada más inmediata es a la solidaridad, adherirnos a la causa de Jesús en aquellos que más lo necesitan. Es vivir el amor desde la entrega, como Él, en las pequeñas cosas del día a día, hasta el final.

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