jueves, 28 marzo, 2024

LA NECESARIA ATENCIÓN A LOS TRAYECTOS DE LOS JÓVENES CONSAGRADOS

A los jóvenes menos propuestas y más significativas

Mª Victoria Blanco Moorman,Misionera Concep. de la Enseñanza. 26 años, de Madrid. Hace siete años que es concepcionista. Estudia la licenciatura en CC.RR. Delegada de pastoral colegial

Para ti, ¿qué es lo más atractivo de tu vida en tu institución?

A mí lo que más me gusta es la importancia que se le da a cuidar y proporcionar los espacios de encuentro con Jesús y con María… Sin ellos nuestra vida no se sostiene, no tiene sentido.

La vida comunitaria que es sencilla, alegre y muy familiar… Y en ella se intenta cuidar y apostar por que haya sitio para cada una, donde nos queremos y preocupamos las unas por las otras.

Algo que también me gusta es la preocupación y el interés que hay por proporcionar a las hermanas, en especial a las más jóvenes, formación y acompañamiento personal que favorezca su crecimiento a todos los niveles.

La misión en el colegio con los laicos, los niños y jóvenes que forman parte de la gran familia concepcionista… es un regalo y cada día me gusta más.

¿Son los carismas imposibles para esta cultura?

No creo que sean imposibles, de hecho pienso que son necesarios porque atienden necesidades concretas del hoy. Sí que necesitamos escuchar a quiénes nos rodean para saber cómo nos necesitan, tenemos que saber ir adaptándonos a los tiempos que llegan… sin perder lo fundamental, lo esencial.

¿Dónde crees que deberíamos incidir más para conectar con los jóvenes, sus esperanzas y necesidades?

Creo que los jóvenes hoy necesitan saber que son necesarios, que son importantes y que ellos cuentan. Algo que ha salido del reciente Sínodo de los Jóvenes, es que ellos piden ser escuchados porque tienen algo importante que decir… piden tener parte, colaborar y trabajar en la Iglesia.

Necesitan saber que forman parte de una gran familia, que nunca estarán solos, que Jesús les encomienda una misión.

Hay que perder el miedo a lo que ellos puedan decir, aportar… acoger esa novedad como un regalo para caminar adelante. Necesitamos ser más naturales… estar cerca de ellos de la forma que nos piden: presencia, escucha, cariño, cercanía…

¿Crees que la institución está dispuesta a hacerse posible para una persona joven?

Creo que se está haciendo un gran camino, un gran trabajo en las comunidades para acoger a las personas jóvenes, aunque aún nos queda para ello. Sí que siento que, en mi congregación, en mi comunidad… confían y creen en mí, me impulsan y apoyan, me animan a llevar adelante la misión confiada, mis estudios… En la congregación hay una gran confianza en las hermanas jóvenes y a mí es algo que me entusiasma, me da esperanza y seguridad.

También quiero resaltar, como hablaba con una hermana el otro día, que una joven que venga aquí, tiene que tener claras las cosas: se viene a seguir a Cristo, a sumar, a dar vida, a aportar juventud y novedad; pero también hay que saber descubrir la belleza que existe allí donde te llaman a vivir, aunque no sea siempre fácil.

¿Consideras adecuada la pastoral «con los jóvenes» que estamos realizando?

Pienso que, ahora mismo, estamos poniendo muchísimo de nuestra parte  para realizar esta pastoral, estamos haciendo un gran esfuerzo… Sí que echo en falta que, en los planes de pastoral que elaboramos para ellos, no sean solo eso… pensar cosas para ellos y llevarlas a cabo, sino que ellos tengan parte en la elaboración del mismo plan, que sean escuchados y tenidos en cuenta en su elaboración.

En general, veo que estamos muy centrados en organizar actividades pastorales, proyectos de pastoral… Creo que tendríamos que hacer menos propuestas, pero mejor pensadas y diseñadas (y haciéndolas con los jóvenes), más significativas. Y creo que, así, serían más fructíferas y atrayentes.

Tenemos que perder el miedo a acompañar a los jóvenes en su camino de fe, de relación con Jesús, en su crecimiento personal, en escuchar lo que les preocupa… y más cuando ellos nos lo piden. Es importante encontrar el tiempo y los espacios de dónde sea porque ahí nos lo jugamos todo.

¿Qué significan en tu vida palabras como: solidaridad, amor, soledad, oración, amistad?

Solidaridad es dar de lo mío a quien más lo necesita. Lo que doy, sobre todo, es tiempo y cariño. La solidaridad forma parte de la misión, de la entrega.

Amor es descubrir que soy profundamente querida tal y como soy por Dios y por tantas personas que están a mi lado… Sentirme así no me deja indiferente, sino que me siento llamada a vivir comprometida, a dar lo que recibo a otros de muchas formas… ¡el amor es tan creativo! Amar estando, amar riendo o llorando con otros, amar escuchando, amar preparando una clase, un trabajo, amar orando…

La soledad, para mí, es un espacio necesario de silencio y profundidad… Es un lugar necesario para poder ver a Dios en lo que me rodea, para poder escuchar de verdad a otros, para mirar qué sucede en mi interior. Es un espacio para ir pasando por el corazón el día a día y poder ir integrando la vida.

La oración es el motor de mi vida como consagrada, es ocasión especial para ir enamorándome más de Jesús de Nazaret, es el lugar de encuentro con Él que me carga las pilas para luego poder repartir. Es espacio de escucha atenta de la voz de Dios, espacio de intimidad donde Él y yo vamos caminando y soñando juntos.

Y la amistad son aquellas relaciones significativas con quiénes puedes compartir vida, dudas e inquietudes, tus alegrías y logros… la amistad es un tesoro y es posible en la vida religiosa. Estoy súper agradecida y feliz de ir tejiendo relaciones de amistad con hermanas de mi congregación porque se genera un vínculo muy especial de cariño, apoyo y confianza que hace más fácil el camino. También cuento con amistades que pertenecen a otras congregaciones y, al mismo tiempo, sigo caminando junto a mis amigos de siempre… es una riqueza poder compartir, con otros que  realizan distinto camino al mío.

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