ENSEÑAR AL QUE NO SABE, CORREGIR…

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el amor verdadero

jose morenoweb-190x195Por la fe y la caridad conocemos y amamos a Cristo. Es la fe la que nos ilumina el rostro de Cristo y es la caridad la que nos muestra el rostro de Cristo, al que hay que servir en sus necesidades concretas. Se puede decir que un cristiano confiesa su fe por la caridad.. De esta manera, las obras de misericordia y de justicia hacen creíble el mensaje de la fe (cf. Mt 25,31-46). Ya el mes anterior hablamos del alimento y el vestido, necesidades básicas materiales para poder vivir, junto a ellas también hay necesidades espirituales, entre las cuales es fundamental lo que se refiere a la educación y la cultura: “En la raíz de la pobreza de tantos pueblos se hallan también formas diversas de indigencia cultural y de derechos culturales no reconocidos. El compromiso por la educación y la formación de la persona constituye, en todo momento, la primera solicitud de la acción social de los cristianos”. (CDSI, 557) Las obras de misericordia se preocupan de esta dimensión de la persona tanto en lo que se refiere a enseñar al que no sabe, como a corregir al que se confunde y yerra en su vida.

Si fracasa la escuela, fracasamos todos.

La educación no es un derecho asegurado, como reflejan las últimas cifras, que indican que cerca de un 28% de los estudiantes en España se ven expulsados de los sistemas educativos, que existen más de dos millones de niños que viven en la pobreza y que en los últimos dos años se ha acrecentado en 200.000 esta cifra. Además a nivel global el mundo vive profundas iniquidades en torno a la aplicación del derecho a la educación. Si se incluyen los adultos, las cifras más conservadoras revelan que en nuestro mundo hay cerca de 700 millones de personas sin oportunidades educativas.

Por otro lado, está la sabiduría falsa que se encierra en sí misma y se embrutece en la competitividad y el éxito, a veces a costa de la debilidad y la ignorancia de los otros. Podemos vivir en este mundo en una confusión total, creyendo que sabemos mucho e ignorando todo el sufrimiento de los más débiles de la historia. Haciendo de nuestro saber un taburete que nos separa de los demás, enalteciéndonos en una insolidaridad y una indiferencia que no es digna de lo humano. Vivir como si los demás no existieran, especialmente los pobres; o vivir de tal forma que con nuestro modo de vida seamos causa del dolor, la ignorancia y la pobreza y de muchos de nuestros hermanos contemporáneos. En este sentido herramos y necesitamos que nos corrijan y nos saquen de nuestro error.

“Me llamáis el maestro…haced vosotros lo mismo”

Dios no se ha mostrado como alguien lejano o indiferente a la realidad humana, Él ha sido un auténtico maestro, un verdadero pedagogo para su pueblo y la humanidad. A Dios le duele cuando ve su pueblo perdido, disperso, herido, ignorante, confundido. Para eso los acompaña desde abajo, se hace un Dios condescendiente, se abaja para servirle, hacerse cercano y hablarle en un lenguaje sencillo y directo.

Jesús, que hace lo que ha visto hacer a su Padre, nos ha mostrado también su inquietud por mostrar la verdad y el sentido, la verdadera sabiduría. Le ha preocupado ver a la multitud como ovejas sin pastor, sin luz para el camino, con pobreza y sin recursos, sin preparación. Se ha parado para enseñarles con calma y mostrarle el camino de la realización auténtica: a los ciegos, cojos, heridos, pobres, ignorantes, excluidos, extranjeros, últimos. Ha realizado su magisterio como un ministerio: “Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y tenéis razón, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.”

“Escuelas que sirven”

Tenemos que:

– Defender la escuela y la educación como derecho fundamental y de igualdad para todos. Trabajar por una verdadera educación de calidad universalizable.

– Apostar por la formación profesional de todos los parados

– Buscar una Universidad con ética y con verdadera dimensión social.

– Favorecer un estudio con verdadero sentido y solidario, que sepamos estudiar para y por los más pobres, para hacer una sociedad más justa.

Para ello:

– Implicarse y participar en los espacios educativos –escuelas, institutos, universidad, asociaciones- en los distintos niveles de enseñanza: profesionales de la educación, asociación de padres, de alumnos, asociaciones culturales…

– Colaborar con alguna organización no gubernamental que lucha por una educación de calidad en los países más pobres (Ejem: Entreculturas). Tener en casa algún calendario de estas organizaciones.

– Ante las próximas elecciones valorar aquellos programas políticos que apuestan por una ley educativa de consenso y permanente que favorezca una educación integral.

Y oramos desde la vida:

“Señor, tu eres el verdadero maestro, nos dice tu evangelio que tú enseñabas con autoridad. Primero fuiste discípulo de tu Padre, viendo lo que El hacía y decía. También supiste aprender de tus padres en Nazaret y de todas las cosas que pasaban en la vida.
Después quisiste dar a los demás todo lo que sabías y tenías, y te pusiste en camino para llegar a todos y enseñarles, especialmente a los más sencillos y pobres. Fuiste Maestro siendo siervo, poniendo todo al servicio de los demás. Esa fue tu verdadera sabiduría: “Amaos unos a otros como yo os he amado.
Tú nos invitas a ser tus discípulos, a que aprendamos en la vida como lo hiciste tú. Has puesto en nuestras manos muchas cosas buenas para educarnos. Hoy te queremos dar gracias por todo lo bueno que estamos encontrando en la escuela, desde que nos iniciamos como niños pequeños, hasta que terminamos nuestros estudios en la universidad. Sabemos que somos afortunados porque hay muchos niños y jóvenes en el mundo que no tienen estas oportunidades nuestras. Ayúdanos a aprovecharlas muy bien para formarnos como personas a tu estilo, que lleguemos a “saber mucho, para servir más y mejor a los demás”, nos gustaría que tú, el Maestro, nos enseñaras a estudiar para los demás, especialmente para los más pobres. No permitas que seamos ciegos e ignorantes, que no sepamos mirar el mundo y sus sufrimientos, danos un corazón de misericordia para que sepamos enseñar a los que nos saben, luchar para que todos tenga escuelas buenas y arrepentirnos cuando nos confundamos en la vida y nos corrijan”.